El destacado papel de España en Europa
En el último año, España ha recibido importantes palos por parte de varias autoridades europeas que habrían sacado los colores a cualquier dirigente político con un mínimo de dignidad.
Empezamos por los temas jurídicos, un ámbito en que España ha recibido tres tortas contundentes:
1. A mediados de marzo de 2013 el Tribunal de Justicia de la Unión Europea declaraba ilegal y abusiva la ley hipotecaria. El denunciante, un juez catalán, consideró que la ley que debía aplicarse era injusta y puso la cuestión en manos del Tribunal que dictaminó que la normativa española dejaba indefenso al cliente ante el banco. Incluso, cuando el procedimiento judicial había comenzado y sólo le permitía la tutela judicial a posteriori. La ley se tuvo que cambiar.
2. Poco tiempo después, otro tribunal europeo tumbaba la Doctrina Parot, que permitía acumular las condenas de terroristas y que los jueces las impusieran de cientos y miles de años. El Tribunal sentenciaba que con estas condenas, se producía de facto una cadena perpetua que contradecía los tratados de la UE, la doctrina internacional y los derechos humanos. La doctrina se tuvo que cambiar.
3. Recientemente, hemos descubierto que un empresario catalán cuestionó la legalidad del céntimo sanitario que varios gobiernos habían aplicado y que había supuesto hasta cuatro céntimos por litro de combustible. Esta sentencia, no sólo invalida la ley vigente, sino que permite a los consumidores solicitar la devolución de los importes indebidos con determinadas condiciones (tener justificante de la factura del repostaje por ejemplo) hasta una antigüedad determinada. La factura total para España podría alcanzar los 13.000 millones de euros. La mitad del presupuesto de la Generalitat en un año.
En la gestión política los palos no han sido más agradables:
4. En noviembre un comisario de la Unión Europea (UE) calificaba de «bullshit» (defecaciones de buey, literalmente) las palabras del ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, sobre el presupuesto europeo de las becas Erasmus. El ministro había intentado justificar sus recortes sobre el presupuesto de las becas culpabilizando a la UE del mismo, cosa que no era cierta y que el comisario rechazó de la forma «más diplomática posible» (¡Suerte que fue diplomático!).
5. Hace unas semanas, un lamentable incidente en la valla de Melilla acabó con 15 subsaharianos muertos. Los videos publicados en Internet muestran los agentes de la Guardia Civil disparando balas de goma. La UE llamó al orden al ministro del Interior que viajó a Bruselas para dar explicaciones de los hechos. Aunque la prensa ha intentado vender que el ministro fue a pedir dinero para la seguridad, la verdad es que después del tirón de orejas, Jorge Fernández, ha ido personalmente a hacer la inspección del lugar y no ha vuelto a hablar del dinero que pidió.
Cada una de estas situaciones sería un motivo de vergüenza (ya no digamos dimisión) para cualquier alto dirigente. Para los nuestros no. Ninguna explicación. Ningún tipo de vergüenza o sonrojo. Ningún tipo de disculpa. Ningún tipo arrepentimiento. Y no hace falta decirlo, ninguna dimisión (en este país no dimite nadie, ¡ni el presidente de la escalera de vecinos!).
Mientras tengamos ejemplos así, será difícil motivar a nuestros jóvenes para que trabajen bien, para que sean eficientes y valoren el trabajo bien hecho. Y si alguna vez la cagan y le ponen una denuncia, no se preocupe, cuando llegue la condena judicial, nadie se acordará… Y si no piense: ¿Cuáles eran los ministros o consejeros que aprobaron las normativas que ahora se han derogado?