El despacho de arquitectura de Ricardo Bofill, una máquina de ganar dinero

La profesión de arquitecto es una de las más castigadas por la crisis, hasta el punto de que la mitad de ellos engrosa las listas del paro y otro 25% no llega a los 1.000 euros mensuales de ingresos.

Pero no todo es de color negro en el sector. Algunos profesionales se ganan la vida de forma exuberante. Es el caso del incombustible Ricardo Bofill, con despacho abierto en Sant Just Desvern desde hace muchos lustros.

Las magnitudes de su negocio de proyectista son espectaculares. El año pasado, movió un volumen de negocio de casi 11 millones de euros, con un alza del 37%. El beneficio neto después de impuestos se disparó un 60% y llegó a los 2,6 millones. En 2006, antes de que la economía se hundiera, el gabinete de Bofill ingresó algo más de 8 millones y declaró un excedente de 1,3 millones.

Desde entonces y hasta la fecha, ha acumulado unas ganancias superiores a los 15 millones, que le han permitido acumular unos fondos propios de casi 30 millones.

El secreto de estos opíparos resultados reside en la pujante actividad que desarrolla en el extranjero, porque el mercado nacional está prácticamente parado.

Al margen de su taller de Sant Just, Bofill posee oficina propia en China y despliega sus tentáculos en otros países como Rusia, India y Marruecos. Como el negocio marcha a todo trapo y la entrada de recursos es incesante, Ricardo Bofill tiene constituida una Sicav, el instrumento de inversión predilecto de los millonarios, que embalsa activos por valor de más de 16 millones contantes y sonantes.