El cumpleaños de Angela Merkel

¿Qué más se puede desear al cumplir los sesenta si ya se es la mujer más poderosa del mundo, Alemania ha ganado el mundial de fútbol y en la Unión Europea no se mueve nadie sin que lo apruebe Angela Merkel?

Alemania ya dejó muy atrás sus años de culpa y acomplejamiento, con una canciller que vino del Este. Ochenta millones de personas en el centro neurálgico de Europa, una economía boyante y una estabilidad política a prueba de populismo.

Tal vez por todo eso corren ya los rumores de que Merkel dejará el poder antes de terminar su actual mandato —según spiegelonline– para optar a la presidencia del Consejo Europeo cuando Van Rompuy se vaya o para asumir la secretaria general de las Naciones Unidas. No parece más que un rumor, porque lo cierto es que hasta hoy estas posiciones no han sido nunca para países grandes como Alemania.

Angela Merkel ha catalizado gran parte de las iras contra las políticas de austeridad severa, pero lo más probable es que sin ella las cosas hubiesen ido peor. La han comparado con Hitler, desde el desconocimiento brutal de lo que es la proporción histórica, cuando lo cierto es que Alemania es hoy una de las democracias más cualitativas del mundo.

Feliz cumpleaños, señora Merkel. Aunque gobierna en coalición, su índice de popularidad –un 77%– es elevadísimo. Está redefiniendo la centro-derecha europea, sin tener ninguna vocación ideológica o doctrinal. Más bien al contrario, encarna la nueva versión del pragmatismo, con los viejos principios de la economía social de mercado que sacaron a Alemania de entre las ruinas.

 
Con Angela Merkel, el Gobierno de Rajoy tiene un socio siempre exigente, pero comprensivo en los momentos límite

Sigue manteniendo que Israel tiene derecho a defenderse y, a pesar del caso de espionaje norteamericano en Alemania, considera que en la Casa Blanca hay un aliado que vale la pena. Con Putin se entiende en ruso, pero la crisis de Ucrania ha complicado las cosas.

Y el eje franco-alemán está en momentos muy bajos con Hollande en el palacio del Elíseo. Incluso así, es en Francia donde hay mejores germanófilos y siempre los hubo. Misterios de la obligada vecindad. En España no es exactamente lo mismo porque mantenemos un nivel excesivo de desconocimiento sobre lo que ha sido y es Alemania.

¿Qué más se puede desear? Con Angela Merkel, el Gobierno de Rajoy tiene un socio siempre exigente, pero comprensivo en los momentos límite. Para España, es otro factor más en la gradual recuperación de posiciones en la Unión Europea, después de la tierra de nadie en la que había adentrado el zapaterismo.

Eso es que Merkel manda sin parecer políticamente mandona, sin imponerse con aquella desconsideración que se atribuye al poder alemán, aunque no sea cierto. A cien años de aquel 1914 en que comenzó la Gran Guerra, los historiadores ya no insisten en que Alemania tuvo la culpa de todo. Angela Merkel maniobra con una suave exactitud, como un motor Mercedes-Benz.