El cuarto protocolo

Mas ha ganado tiempo al pactar fecha y preguntas de la consulta secesionista pero es como quien salta de un tren a otro en marcha sin saber muy bien a donde va ni quiénes son sus compañeros de viaje. Y en política un año es una eternidad: uno puede creerse ganar tiempo para alcanzar el edén y al final acaba en un hangar vacío.

Cuenta mucho la fotografía de ayer. Artur Mas al lado del profesor Junqueras que le está arrebatando votos a CiU. También los representantes de la CUP, que pueden quedarse votos de la ERC que votará unos presupuestos de recorte. ICV parecía estar de paso. La representación de Unió, en constante tensión interna con Convergència, estuvo raramente nutrida. Todo entremezclado, el poder ejecutivo y el legislativo, el destino y la incógnita, el poder y la oposición, el sistema y el anti-sistema. No poco influirá en lo venidero el ajuste mediático que está teniendo lugar. La polarización de la sociedad catalana ya no es una mera hipótesis.

Fundamentalmente, Mas gana tiempo con la aprobación de los presupuestos de la Generalitat y lanza un envite a La Moncloa. Aún así, resulta un poco excesivo auto-identificarse con la pureza democrática cuando lo que haces es proponer a quien debe aprobarla una consulta con las preguntas y la fecha como algo innegociable. Esa foto pretendía ser de apariencia inclusiva, pero el efecto es disgregador.

 
Mas va quemando naves

De otro lado, el reciente giro del PSC ha debilitado intensamente la fotografía del acuerdo. Habrá que ver si PSC, PP y Cs logran coincidir en una estrategia de mínimos, sin desguarnecer sus respectivos territorios, para consolidar una opción no secesionista y cohesiva.

A sabiendas de que la propuesta de consulta acabará como el plan Ibarretxe, el galimatías semántico de las preguntas seleccionadas aporta más confusión que claridad. No se sabe qué puede pasarle por la cabeza al ciudadano que en primera instancia tiene que definirse por un Estado propio que no es independiente. El acuerdo también merece una pregunta: ¿adjunta letra pequeña, un cuarto protocolo?

Para el votante clásico de CiU, verse al lado de ERC, IC y la CUP es una experiencia muy novedosa, después de los pactos beneficiosos con los gobiernos de UCD, del PSOE y del PP. Es como si la amnesia política se estuviera adueñando del sistema político nacionalista, del todo olvidadizo de lo positiva que es para Catalunya la Constitución de 1978 y de los riesgos que puede tener alterarla en sus puntos sustanciales. Mas va quemando naves. Eso, como el acuerdo de ayer, suscita más preguntas que respuestas. La fatiga ciudadana no es algo remoto, a pesar de las movilizaciones independentistas. Por eso la rueda de prensa de ayer abundó en contradicciones flagrantes, subterfugios y reservas.

Para Mas era el goce de una oportunidad “in extremis”. Quizás se trate de fingir estar soltando lastre en 2014 para poder llegar a 2016.