El coste económico de los indultos

La medida de gracia impulsada por el Gobierno ha dado alas al independentismo, que amenaza con volver a la carga, lo que genera incertidumbre en los empresarios e inversores

Manifestación independentista en Cataluña. Archivo/EFE/Alejandro García

El proceso separatista ha supuesto un enorme impacto económico y social en Cataluña, pero los indultos que acaba de decretar el Gobierno de Pedro Sánchez, lejos de corregir esta situación, agravarán el declive en la que está inmersa desde hace años la otrora región más rica de España.

Pintan bastos para la economía catalana. La decisión de indultar a los golpistas, cuyo objetivo no es otro que garantizar la permanencia de Sánchez en Moncloa hasta que acabe la legislatura, es un ataque frontal al estado de derecho y a la división de poderes, con todo lo que ello significa, ya que se ha adoptado en contra del criterio del Tribunal Supremo y del más mínimo sentido de la justicia.

Dejando a un lado la más que cuestionable legitimidad de esta figura, no se puede indultar a quien, no existiendo siquiera atisbo alguno de arrepentimiento, amenaza con repetir el delito por el que fue condenado en cuanto tenga la más mínima oportunidad. Pero es que, más allá del debate legal, los indultos asestarán un nuevo golpe al bolsillo de los catalanes.

El dinero huye de la inestabilidad, puesto que negocios e inversiones necesitan un horizonte temporal de certidumbre para poder operar con normalidad. El proceso independentista, sin embargo, lo único que genera son dudas, además de una lesiva confrontación política y social, lo cual se acaba traduciendo en fuga de empresas y capitales.

Eso es lo que sucedió tras el referéndum de 2017 y la posterior declaración unilateral de independencia. Más de 4.000 empresas catalanas, con una facturación global superior a 100.000 millones de euros, trasladaron su sede a raíz de esos acontecimientos. La vulneración de la ley y del marco constitucional por parte de la Generalitat, junto al riesgo, aunque remoto, de que la secesión se llevase a término, causó pánico entre empresarios, inversores y buena parte de los catalanes.

El restablecimiento del orden constitucional y el procesamiento de los protagonistas calmó, en gran medida, la situación, pero los indultos vuelven a situar la partida en la casilla de salida. La incertidumbre resurge con fuerza, y con ella el declive institucional y el estancamiento económico. Si el mayor ataque que ha sufrido la democracia española queda impune, nada evitará que se repita tarde o temprano. Es más, dado que el indulto es una victoria en sí misma para el separatismo, éste saldrá reforzado a nivel político y social, elevando con ello su probabilidad de tener éxito.

Prueba de ello es que los líderes independentistas no sólo están exultantes, sino que ya amenazan abiertamente con la reactivación del procés. Este panorama avanza un nuevo escenario de conflicto y, por tanto, más inestabilidad, con el consiguiente daño al crecimiento y la creación de empleo. Las empresas que se fueron de Cataluña no volverán y otras muchas tomarán la puerta de salida en caso de que la vía separatista se mantenga en el tiempo.

Ahora que el PSOE ha dejado claro que el respeto a la ley no importa y que está dispuesto a todo con tal de conservar el poder, los independentistas aprovecharán la debilidad del Gobierno para presionar y, al menos, lograr algunos de sus objetivos más perentorios. Si la firme respuesta del Rey y la Justicia frenaron la deriva secesionista en el último momento, los indultos de Sánchez impulsarán de nuevo el separatismo catalán hasta nuevas y peligrosas cotas.

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