El coste brutal de la energía
El tabú de lo políticamente correcto impide que el tema de la energía y sus costes esté presente en el debate público. O al menos en la medida que le corresponde por su importancia vital.
El tabú es aún más imperativo cuando se habla de energía nuclear. En España, es algo más que una paradoja abogar por un parón nuclear y a la vez estar comprando energía suministrada por las centrales atómicas de Francia. Los elevados costes de la energía destruyen puestos de trabajo.
No es una exageración afirmar que España padece una inmensa dependencia energética que gravita brutalmente sobre la capacidad competitiva. Cualquier crisis energética deja la economía española por los suelos. El coste de la electricidad –por ejemplo– afecta más a las empresas que la falta de fluidez crediticia. La Comisión Europea, dados los precios de la energía, ha hablado ya de una “desindustrialización de Europa”.
Un analista de tanto calibre como Robert Kaplan insiste en que en la era moderna todo nuevo orden mundial se ha basado en los recursos energéticos. Un aspecto sobresaliente de la actualidad es que los Estados Unidos han pasado por delante de Rusia como máximo productor mundial de gas natural. El gas pizarra ha pasado de un 2% a un 27% de la producción de gas natural en los Estados Unidos.
En el caso de Norteamérica, gracias a una política energética de visión, su menor dependencia está alterando presupuestos geopolíticos que existían desde hace tiempo. Ya no les importa tanto, pongamos por caso, lo que ocurre en Oriente Medio, ni es la misma su compenetración con la Arabia Saudita.
Algo tenía que cambiar cuando Estados Unidos acabase con su dependencia energética, como consecuencia de la explotación provechosa de unas reservas más cuantiosas de petróleo y gas. Mientras tanto, el gas pizarra es por ahora tabú en Europa. La independencia energética norteamericana –según los cálculos, total en 2035– anuncia un nuevo orden mundial.
Después están las reservas naturales de Canadá y Brasil. Asia es ahora el gran mercado y Europa un continente que envejece. El parón nuclear de Angela Merkel va a tener un coste obvio. El mapa energético global ha cambiado: según los expertos, Groenlandia podría superar a Kuwait en producción de barriles de petróleo.
En otros casos, como ocurre en Ucrania, el gas ruso es una moneda de cambio muy costosa. La turbulenta circunstancia de Venezuela, ha causado notable reducción en las exportaciones petrolíferas. Es un caso trágico. En manos del chavismo, el petróleo venezolano no logrará regresar a su antiguo ritmo de explotación.
En un mundo globalizado, la energía sigue siendo poder, al mismo tiempo que el conocimiento.