El corredor
Alrededor de 300 empresarios catalanes y valencianos, murcianos y andaluces se han encontrado esta semana en Tarragona en defensa del Corredor Mediterráneo, organizaciones empresariales y empresarios adictos al régimen y sin ningún veleidad soberanista. En esta reunión de gente de orden se denunció la carencia de voluntad política y de planificación estratégica para poner en marcha el corredor ferroviario. Se denunció el hecho que Valencia y Barcelona, tercera y segunda ciudades españolas, no disponen de un enlace de alta velocidad por la voluntad política de mantenerlas desconectadas.
Se denunciaron, también, los reiterados incumplimientos de las inversiones por parte de los gobiernos de Madrid de todos colores. Se pidió una doble plataforma de alta velocidad de pasajeros y de mercancías. Se reivindicó el ancho internacional de Almería a la frontera. Se realizaron ruegos, de quién se sabe subordinado, reclamando que se viera que la potenciación del eje mediterráneo era bueno para toda España.
Hubo un lamento generalizado de que sólo el 5% del transporte de mercancías se realice por tren en España, el más bajo de Europa. Y se expresó una gran indignación por la desviación de fondos europeos para el Corredor Mediterráneo hacia la línea Algeciras-Madrid.
En la reunión había empresarios de cabecera y de influencia social como los de Mercadona, del Grupo Godó, del Fomento del Trabajo, del Círculo de Economía, de la Asociación Valenciana de Empresarios, etcétera.
Las cifras presentadas sobre el corredor no dejan lugar a dudas. El corredor europeo, del que forma parte el eje mediterráneo de Algeciras a Zahony (última ciudad húngara y por lo tanto de la Unión Europea antes de Ucrania) es de 3.500 kilómetros y aglutina a los Estados que tienen el 54% de la población europea y el 66% el producto interior de la UE.
En el tramo ibérico del corredor, la doble plataforma de alta velocidad entre Barcelona y Alicante de 524 km, significaría tres horas de viaje donde ahora son 5,35. Hasta Valencia, 2,25 horas donde ahora son 3,45. Y entre Alicante y Valencia, 0,55 donde ahora son 1,40 horas.
Harían falta entre siete y 16 trenes diarios para exportar los 5,6 millones de toneladas anuales de frutas y hortalizas de Almería, Murcia y Alicante, que son unos 5.000 trenes al año. Actualmente la exportación hortofrutícula por tren es sólo del 0,07%.
Y más datos: las autonomías que reclaman el corredor, inútilmente, representan el 50% de la población española, el 45% de su PIB, el 47% de su tejido productivo, el 46% del trabajo, el 51% de la exportación, más del 50% del turismo y el 63% de tránsito de mercancías portuarias. Y finalmente, el 40% del comercio de Europa con Asia llega por el Mediterráneo. Son datos proporcionados por la Asociación Valenciana de Empresarios, y no por ningún grupo de maulets (resistentes valencianos antiborbónicos) irredentos.
Estamos ante un tema de racionalidad económica como el Corredor Mediterráneo, de gran impacto social por los centenares de miles de puestos de trabajo que se podrían generar por esta apuesta logística, pero que es bloqueado sistemáticamente por la casta madrileña por razones políticas. Por lo tanto, la amputación dolorosa de España, de la que ha hablado Rajoy esta semana, ya está consumada. Y la ha consumado el sectarismo territorial de la casta madrileña que nos gobierna.
La preocupación en torno a esta casta, en estos días, ha sido precisamente no el Corredor, sino pasar a la última fase del enfrentamiento contra la voluntad de la mayoría de catalanes de cuestionar este régimen, emancipándose cómo Estado. Se ha pasado de la fase del falso diálogo a la de amenazas de intervención jurídica, suspensión de la autonomía y de los derechos elementales a la representación política.
Para preparar psicológicamente a la población para el golpe de Estado previsto, varios agitadores mediáticos del búnker que hace tiempo que lo reclaman, están queriendo crear una imagen de violencia en Cataluña totalmente falsa. La técnica de acusar a la víctima de ser el verdugo, ha sido propia de los nazis contra los judíos, de los franquistas contra los republicanos, de los serbios contra los croatas o kosovares.
En este marco coordinado de acción goebbelsiana de Estado, se tienen que situar las declaraciones de Soraya reivindicando saltarse como interlocutor a la Generalitat, que como marca la Constitución, es el poder ordinario del Estado en Cataluña. Se tienen que situar el incidente patético de la fiscal de Barcelona haciendo «postureo» victimista porque diez personas le han gritado. Se tienen que situar las diversas declaraciones de tertulianos del búnker llegando a decir que la violencia en Cataluña es superior a la del País Vasco, donde tiempo atrás se mataban a trescientas personas por año y mucha gente tenía que ir escoltada.
Este victimismo organizado por los predicadores del golpe de Estado queda puesto en evidencia cuando en un capítulo más de la guerra entre mafias en las cloacas del Estado, aparecen nuevas revelaciones sobre el papel asqueroso de la policía política coordinada desde el Ministerio del Interior y codirigida por la jefa visible del PP en Cataluña Alicia Sánchez Camacho .
Pero esto no es todo: la argumentación de amenaza económica por parte de Madrid ha recibido una estocada mortal en su estrategia del golpe de Estado contra Cataluña y la democracia. Moody’s ha avisado que una hipotética quiebra de Cataluña provocada por la asfixia del Estado en esta guerra declarada, haría hundir a la misma España hacia el infierno de los Estados fallidos económicamente.
Resumiendo, pues, hay quienes antes de facilitar un corredor a los españoles del Levante- siempre sospechosos de deslealtad en la España radial-, han preferido, amputarlo de hecho de esta España que dicen querer tanto, pero que con esta estrategia la conducen hacia el corredor de la muerte.