El club de las malas madres

En los últimos tiempos han proliferado en las redes sociales mujeres que, solas o en grupos, expresan sus inquietudes por la doble jornada que supone ser mujer trabajadora y madre. Intentan hacerlo desde el humor y se autodenominan «malas madres». El hecho de que sean mujeres y no hombres las que intentan mitigar de esta manera la ansiedad que les crea la situación nos da buena cuenta de que, desgraciadamente, los intentos de conciliación caen de pleno sobre las espaldas de las mujeres.

España tiene una sociedad envejecida y lideramos la baja natalidad. Las mujeres tienen cada vez menos hijos y cada vez a una edad más tardía. Esto no tiene tanto que ver, en la mayoría de las ocasiones, con una decisión consciente fruto de un deseo personal sino por lo difícil que resulta tener descendencia en este país.

Los gobiernos tienen tres opciones a la hora de enfocar las políticas destinadas a la pequeña infancia: bajas de paternidad y maternidad remuneradas; ayudas fiscales para subvencionar servicios de crianza o educación en centros escolares. En España se opta mayoritariamente por esta tercera opción pero, como resulta evidente, no se destinan los recursos suficientes para ello.

Desde 2013, ni el Gobierno de España, en manos del PP ni el de la Generalitat, primero con CiU y ahora con JxS, destinan 0 euros a la educación de 0 a 3 años por lo que todo el peso recae sobre los ayuntamientos, las diputaciones y las familias. Los ayuntamientos, cada vez más ahogados económicamente, no pueden hacer ellos solos frente a todo el gasto por lo que acaban cobrando matrícula, material y subiendo las cuotas. Si a esto sumamos la subida del comedor escolar, el resultado final es que muchas familias no pueden hacer frente a ese gasto.

Cuando uno de los progenitores se tiene que quedar en casa para cuidar a un hijo, en la inmensa mayoría de los casos es la mujer. Esto tiene varias consecuencias y todas ellas negativas. En primer lugar, las mujeres en edad fértil encuentran una mayor resistencia a la hora de poder ser contratadas. En segundo lugar, muchas mujeres ven frenadas sus carreras profesionales si optan por la maternidad. Y, en tercer lugar y como consecuencia de los dos puntos anteriores, las mujeres se enfrentan a cifras de paro más altas y a sueldos más reducidos.

Así, pues, esta falta de recursos por parte de los gobiernos actuales es un ataque frontal a la conciliación de la vida familiar y profesional y de la igualdad de la mujer. Pero, además, tiene otras consecuencias negativas por lo que respecta a la igualdad de oportunidades de los menores.

La evidencia científica nos demuestra que una escolarización temprana tiene efectos positivos sobre el éxito escolar de los alumnos y esto se nota, sobre todo, en los alumnos con una situación familiar socioeconómica desfavorecida. Sin embargo, son esos alumnos los que menos acuden, bien por falta de recursos materiales, bien por falta de concienciación de lo importante que resulta el tema. Sin embargo, vemos la absoluta pasividad de la Generalitat para intentar paliar esta situación.

Finalmente, no podemos olvidar la gran labor de las educadoras. Se trata, sin duda, de un trabajo que se realiza siempre desde la vocación y es esa vocación y el amor por su trabajo lo que les hace realizar sus tareas con ilusión pese a que se trata de una profesión que tiene poca consideración social y sueldos bajos. En una sociedad que se toma en serio la educación, los docentes, sean de educación infantil, primaria o secundaria, tienen el respeto y la admiración del resto de ciudadanos. En Finlandia, por ejemplo, es muy difícil acceder a los estudios para poder dedicarse a la docencia.

Si queremos avanzar como sociedad, tenemos que apostar claramente por la enseñanza, empezando por la educación infantil y acabando por la Formación Profesional y la Universidad. En España nos perdimos la Ilustración, la Revolución Industrial tuvo poco incidencia y, mientras que en el resto de países de la Europa Occidental profundizaban en la democracia liberal y la socialdemocracia que dieron lugar al Estado del Bienestar, España se encontraba sumida en una asfixiante dictadura autárquica. Ahora, no podemos perder el tren de la sociedad del conocimiento a no ser que queramos vivir solo del turismo masificado y de los servicios.

No podemos desperdiciar el talento ni de las mujeres ni de los menores nacidos en familias desfavorecidas. El talento no conoce ni de lugares ni de géneros, nace en cualquier parte y es la obligación de los Gobiernos potenciarlo y poner todas las condiciones para que florezca en toda su plenitud. Porque no hay malas madres sino malo gobiernos que no se preocupan de los temas realmente importantes para la sociedad.