El catalanismo no ha muerto
La sesión de investidura de Quim Torra dejó entrever discursos políticos que defienden el catalanismo como salida posible a la ruptura con España
Una vez investido Joaquím Torra como presidente de la Generalitat, se inicia una incierta y corta, media o larga legislatura pero, ante todo, se inicia con ella el benéfico efecto de poder valorar la acción de gobierno.
Los discursos políticos que pudimos escuchar el sábado y el lunes pasado en el parlamento, apelando o definiendo el marco de acción del catalanismo político y social, tanto de Miquel Iceta, como de Xavier Domènech, Carles Riera e incluso Torra, permiten albergar la esperanza de que por fin el independentismo advierta de que no son los únicos que pueden gobernar Cataluña.
En su discurso crítico a Torra, Iceta nos invitó a observar una apreciación dudosa sobre el catalanismo que se deslizaba en los artículos del nuevo presidente, al considerarlo como una cosa del pasado y proclamando el independentismo como único futuro posible para los catalanes.
La observación de Iceta fue respondida por el candidato, hoy presidente de la Generalitat, afirmando que estaba dispuesto a hablar y a discutir sobre el papel del catalanismo y el independentismo. Con ello asumía, implícitamente, que estaba dispuesto a considerar el catalanismo como una salida distinta al independentismo.
Para muchos esta discusión puede parecer irrelevante pero en Cataluña reconocer que el catalanismo aún puede defender frente al independentismo el hecho de que hay otras salidas posibles y no solo la ruptura con España es un dato a retener.
Poder trasladar a un debate público, sin prejuicios y abierto, que lo que necesita Cataluña es un catalanismo como fuerza transformadora de la realidad es un primer paso para interiorizar en la sociedad catalana que el determinismo independentista que formula que todo conduce inexorablemente a la independencia, le conviene cambiar de estrategia.
El inicio de la legislatura
La aceptación de propiciar el inicio de la legislatura por parte del independentismo formado por ERC, Junts per Catalunya y la CUP, implica reconocer que es posible defender sus ideas desde la normalidad institucional.
Las elecciones municipales de mayo del 2019 en toda España serán la primera prueba para observar la capacidad de orientar el independentismo hacia una visión más moderada de sus ambiciones.
Domènech expuso que la legislatura puede quedar afectada por la unilateralidad o por las discusiones de orden simbólico sobre el papel que debe jugar el expresidente Carles Puigdemont, ahora que ha dejado su corona republicana.
Como en el drama histórico e Enrique IV y Enrique V de William Shakespeare todo el mundo estará muy atento para comprobar si mantiene al bravucón Falstaff en su corte o, por el contrario, lo repudia y olvida como en la obra de dramaturgo inglés.
Todo el mundo estará alerta si se produce la traición de una amistad como tantas veces ha ocurrido a lo largo de la historia.
El posible, frágil y necesario debate sobre el catalanismo y el independentismo es un factor clave para abordar la estabilidad, dejar sin efecto las idas y venidas del poder que se mueve en los pasillos, donde el rumor gobierna, y poder romper la lógica de aquellos que alimentan la ilusión de que el catalanismo ha muerto tras las últimas elecciones.