El ‘caso Pujol’ y la prensa

El caso Pujol ha evidenciado de nuevo que la crisis de la prensa no es sólo una cuestión atribuible en España a la irrupción de las nuevas tecnologías y a las dificultades económicas de los últimos años. Tiene más que ver con el buen o mal periodismo, e incluso con la propia existencia de periodismo en algunos medios de comunicación.

Que la prensa madrileña ponga todas sus naves al viento de la trapacería del antiguo presidente catalán para señalar su mentira y la trama familiar, partidaria y empresarial que lo consintió es tan obsceno como el silencio de la prensa catalana durante años con respecto a ese mismo hecho. Si los grandes diarios de la capital han considerado en algún momento que el caso de fraude tributario y la corrupción que lo rodea puede frenar el proceso soberanista se han equivocado. De la misma manera que los grandes medios de Barcelona, todos ellos subvencionados en mayor o menor medida por el Gobierno de la Generalitat, han errado al creer que el caso no tenía interés por si mismo y que todo lo que se iba conociendo era una maquinación perversa para alterar el ritmo del status quo en el que tan cómodos se sienten.

 
Algunos informes policiales están redactados con brocha gorda, pero otros son útiles para los jueces

Como debería ocurrir siempre en el periodismo, las fuentes hay que seleccionarlas, procesarlas y contrastarlas. Ninguna es inútil por definición. Será inútil un dato erróneo, un hecho mal narrado o cualquier equivocación que impida que la sociedad conozca con amplitud una noticia. Pero de ahí a determinadas actitudes de los medios de Cataluña con respecto al caso Pujol dista un abismo.

Por fortuna he tenido la oportunidad de leer en las últimas semanas infinidad de informes policiales sobre diferentes asuntos vinculados con la familia de marras. Hay algunos que están redactados con brocha gorda, recopilando rumores o, sencillamente, haciendo el caldo gordo a cuestiones que ni los propios agentes han contrastado y verificado suficientemente. Otros, en cambio, demuestran una profesionalidad en la búsqueda de información que debe ser tenida en cuenta. Seguro que les serán útiles a los jueces, como lo ha sido las conversaciones y vigilancias realizadas por el servicio de vigilancia aduanera para la investigación del caso de las ITV que supuso la imputación de Oriol Pujol. Por supuesto, algunos otros de la UDEF que Pujol decía desconocer.

Separar el grano de la paja es la tarea del periodista. No hacerlo es función de escribiente, que es un oficio muy digno, pero que nada tiene que ver con el periodismo que nuestra ciudadanía se merece. Quienes lo plantean en términos de prensa vegetal (como lugar donde se sublima la verdad) o de prensa digital son aprendices de demagogos. Es más sencillo que el debate sea sólo sobre la prensa, sin apellidos. Nadie debe asustarse en esta ciudad porque su nombre salga en un informe elaborado por Torrente. Y si alguien tiene miedo, que se lo haga mirar. Lo que debe asustarnos de verdad es que nuestros medios de comunicación preserven determinados intereses espúreos y acaben siendo democráticamente insuficientes para la sociedad tan sofisticada y moderna a la que aspiramos. Eso es lo realmente sustantivo.