El brutal debate final entre Clinton y Trump

El debate final en Las Vegas ha sido definitivamente el debate más brutal de la temporada presidencial, moderado por el veterano Chris Wallace de la cadena Fox, propiedad de Rupert Murdoch. El carácter del debate fue eminentemente sustantivo, aunque para sorpresa del norteamericano medio, no se hicieron preguntas sobre las mas recientes revelaciones de Wikileaks. En ellas se pone luz sobre el quid pro quo ofrecido por el Departamento de Estado al FBI para el cambio retroactivo de los correos electrónicos de Hillary Clinton.

El debate se abrió con una pregunta sobre el futuro de la Corte Suprema norteamericana, recordándole al publico y a los candidatos que quien gane la presidencia tendrá en sus manos el poder de influir el tono de la Corte por el próximo cuarto de siglo.

Donald Trump aseguró de que sus candidatos jurídicos se ceñirían a una estricta interpretación de la Constitución, el documento central de la ley estadounidense. Hillary Clinton, muy al estilo demócrata, recalcó la importancia de leer el documento magno de manera progresista y de proteger los derechos de las mujeres.

Con respecto al divisivo tema de la inmigración, no hubo sorpresas. La candidata demócrata repitió su promesa de pasar una especie de amnistía durante los primeros 100 días de su mandato. Esto es una promesa vacía, ya que la creación de un programa de inmigración nuevo es potestad exclusiva del congreso, y no prerrogativa presidencial. Para que se promulgue una amnistía, es necesario el acuerdo del congreso y de la presidencia, y el congreso, ahora mismo totalmente controlado por el partido republicano, tendría que cambiar su composición en ambas cámaras. Trump repitió su promesa de construir su muro al estilo de Berlín.

Un momento especialmente desagradable fue cuando Hillary Clinton acusó a Donald Trump de incitar el espionaje extranjero en contra de los Estados Unidos, lo cual Trump repudió en términos absolutos. El magnate contraatacó diciendo públicamente que ya era conocida la táctica de la ex secretaria de estado de acusar a Rusia y otras potencias extranjeras cuando se le pregunta sobre información desfavorable revelada por Wikileaks, en este caso sobre su gran preferencia al libre comercio y la libre inmigración, a «un mundo sin fronteras».

Tal parece que los moderadores de los debates y los periodistas no han tomado nota de que un mundo sin fronteras es un mundo sin soberanía estatal. La debilitación de la soberanía estatal beneficia a los conglomerados bancarios y corporativos, los mayores contribuidores monetarios a la campaña electoral de Clinton.

Una revelación que no fue negada por Clinton, vestida de blanco, es que las violencias desatadas en los mítines de Trump, especialmente en Chicago, fueron incitadas y Trump alegó que monetariamente recompensados, por la campaña electoral de su adversaria demócrata. Esto es bastante grave.

Ninguno de los dos candidatos dijo algo nuevo o coherente con respecto al anémico crecimiento económico de la nación ni al inmenso nivel de la deuda norteamericana, actualmente en 19.4 trillones de dólares. Wallace llamó la atención a que los principales programas de ayuda para la tercera edad, el programa sanitario Medicare y la Seguridad Social, estarían en virtual estado de quiebra en la década de los 20. Los candidatos tampoco dieron una respuesta seria a este tsunami venidero.

La pregunta final fue dirigida a Trump y tuvo que ver con que si, de perder, aceptaría los resultados de los comicios. El candidato republicano respondió que eso lo tendría que determinar en su momento. Según reportes recientes en los medios de comunicación, hay unos 4 millones de votantes que por ley deberían de ser purgados de las listas.

A diferencia de los precedentes históricos, los candidatos no se dieron la mano en señal de cortesía al final del debate. Quedando menos de tres semanas para el gran día, el martes 8, esperemos que el electorado norteamericano sepa elegir sabiamente y que haga valer todos y cada uno de sus votos.