»El brexit va en contra de todos los valores que defendió Semprún»
Soledad Fox desgrana en 'Ida y vuelta' la vida del intelectual que fue ministro de Cultura y que "quiso más a España que España a él"
Tras leer La Escritura o la vida uno cree que la literatura cobra otra dimensión. Hay muchas obras, pero en esa Jorge Semprún se acercó a lo más alto de la creación literaria. Con elementos reales y otros no tanto, con licencias como las que utilizaba Boris Vian, cuando decía que «todo es verdad porque lo he inventado yo». Semprún fue conocido masivamente por los españoles cuando Felipe González le nombró ministro de Cultura, en 1988.
«Era aquel hombre del pelo blanco, mucho mayor que el resto de ministros, que eran unos chavales a su lado, con pasado comunista y que se creía que era francés», cuenta Soledad Fox, en una entrevista con Economía Digital, y que acaba de publicar la biografía Ida y vuelta, la vida de Jorge Semprún (Debate), que presentará en Barcelona este lunes, 4 de julio, en la librería La Central.
En La Escritura o la vida, Semprún narró su experiencia en el campo de concentración de Buchenwald, el bosque de las hayas. En el proceso de deforestación para construirlo, los nazis respetan el roble bajo el que descansaba Goethe durante sus paseos. El contraste no podía ser mayor. La destrucción al lado de la razón, de la cultura y la Europa que representa Goethe, lo más alto que ha dado la cultura alemana.
Semprún reflexionó sobre ello, después de ser protagonista de ese siglo marcado por la barbarie. Era el hombre, el intelectual, que se hacía cargo del ministerio de Cultura en la España socialista de finales de los ochenta, después de haber seguido «con todo el interés del mundo» a Felipe González desde los años setenta, «en una colaboración que nunca se rompería», apunta Soledad Fox Maura, doctora en Literatura Comparada por el City University de Nueva York, y autora de otras obras como Constancia de la Mora, esplendor y sombra de una vida española del siglo XX (2008).
«Semprún quiso siempre a España, más que España a él, que lo recibió sin saber muy bien cómo clasificarle, porque era un intelectual, comunista, y, sobretodo, afrancesado, algo nunca muy bien visto por una gran parte de España», asegura Soledad Fox, que ha querido «casar el gran rompecabezas que representa la vida y la obra de Semprún».
Un europeo
Y es que hay «muchos Semprún». Exiliado con su familia –es nieto de Antonio Maura, el presidente del Gobierno bajo el reinado de Alfonso XIII– Semprún será miembro de la resistencia, en Francia, y enlace comunista en España, para movilizar a los universitarios a favor de la causa antifranquista. Es escritor, guionista de cine, –candidato al Oscar por el guión del thriller político dirigido por Costa-Gavras, Z, y, principalmente, uno de los intelectuales europeos más respetados. «En Francia y Alemania era invitado constantemente, porque podía explicar esa Europa que había vivido lo peor de la historia, y lo hacía en francés y alemán, lenguas que dominaba, con la idea siempre de superar el nacionalismo».
Eso lleva a Soledad Fox a considerar que lo que ocurre en estos momentos en Europa va en contra de todos los valores de Semprún. «El brexit va en contra de todos los valores que defendió Semprún», afirma. «Unos valores que se han ido construyendo poco a poco, con mucho esfuerzo, y a los que contribuyó con un esfuerzo titánico», añade.
El burgués ilustrado
Pero hay otro Semprún y es lo que explica algunas cosas de la historia reciente de España. Semprún es miembro de una familia privilegiada, que debe exiliarse cuando estalla la Guerra Civil. Su tío, Miguel Maura, político destacado en la República, junto a su familia, sale de España en un vuelo organizado para ellos por el ministro de Defensa, Indalecio Prieto.
A pesar de las penalidades posteriores, Jorge Semprún, ya como activista comunista, vive en un apartamento en el centro de París. «Mientras sus compañeros comunistas españoles exiliados en París vivían en apartamentos de la periferia de la ciudad, Semprún vivía con gran comodidad y estilo en el centro», explica en su libro Soledad Fox.
La crítica despiadada a Alfonso Guerra
Eso tal vez se trasluce cuando comparte el consejo de ministros con políticos como Alfonso Guerra. De esa batalla da cuenta el propio Semprún en Federico Sánchez se despide de ustedes. Soledad Fox no ve tanto una enemistad porque se evidencia una especie de lucha de clases –el dirigente obrerista contra el burgués ilustrado– sino porque «Semprún vino a ocupar una parcela, la de Cultura, que Alfonso Guerra, consideraba que era suya, o que queria que se le reconociera, y dos personalidades no cabían para representar lo mismo».
Pero Soledad Fox admite que Semprún «se pasaba, fue excesivo en sus críticas a Guerra, vertidas en aquel libro, en el que incidía, de forma obsesiva, en el acento andaluz de Guerra».
Semprún es poliédrico, es complejo, y representa, por eso mismo, «el intelectual europeo que busca cómo superar lo sucedido tras los horrores de la guerra, y los totalitarismos». Pero Soledad Fox insiste en algo que todavía no ha quedado muy claro para los españoles: «Semprún era español, nunca se olvidó de España, siempre estuvo pendiente de España».