El Banco de Inversiones Estratégicas Asiático: el nuevo titán bancario
El pasado 24 de octubre nació un nuevo miembro de la banca multilateral: el Banco de Inversiones Infraestructurales Asiático (BIIA). Creado por China bajo la visión del presidente Xi Jinping para extender su influencia en Asia, este megabanco ya se declara como contrapartida y competidor del Banco Mundial y del Banco Asiático de Desarrollo (BAD). El Banco Asiático de Desarrollo está liderado por Japón y Estados Unidos, mientras que el Banco Mundial sigue un claro alineamiento estadounidense.
La creación del BIIA es la faceta pragmática del «sueño chino» –la idea popularizada por Xi Jinping para definir el ideal de prosperidad económica individual y colectiva como el objetivo prioritario– y sigue la guía del mandatario chino, considerado como el presidente de las relaciones exteriores.
El principio de extensión de la influencia china en el resto del mundo se basa en la cooperación económica y el principio de no-interferencia en asuntos internos de otros países. Esta atractiva combinación es el brazo internacional del Sueño del Dragón.
El capital inicial del BIIA será de 50 mil millones de dólares, aunque Jinping ha pedido a los miembros fundadores duplicar esa cantidad para finales del 2015, cuando se acordarán los acuerdos funcionales del banco. El incremento del capital inicial es necesario porque el Banco Asiático de Desarrollo cuenta con el triple de capital que la nueva iniciativa bancaria impulsada desde China.
Aunque inicialmente excluida, la India ya es parte de este importantísimo consorcio. Tanto Australia como Corea del Sur expresaron interés inicial pero parece que cedieron ante presiones políticas externas y dejaron pasar una oportunidad dorada a la que tenían acceso.
Según el Banco de Desarrollo Asiático, los países en vía de desarrollo en esa región del mundo necesitan una financiación anual de 747 mil millones de dólares a nivel nacional y 29 mil millones a nivel regional para concretar proyectos de infraestructura vitales para su crecimiento durante la década 2010-2020. La inversión en infraestructuras construiría una red de comunicación entre zonas remotas y centrales que facilite el intercambio de ideas y la amplificación de la potencia comercial y política de la región.
Con China como líder indiscutible, Asia está a punto para el despegue en un viaje que definirá la forma y la sustancia de las próximas décadas. Es de sabios forjar alianzas estratégicas positivas y unirse a la cola de un cometa en ascenso.
Rosy Milene Meza es abogada y doctora en jurisprudencia estadounidense