El argumento contra el insulto: la ridiculización del conflicto
Hay personas, sobre todo en el ámbito opinador digital (medio en el que nos encuentran los que leen estas páginas) que no saben opinar, sólo saben insultar. Cuando hablan de las acciones o las opiniones de los demás, no valoran los pros y los contras de sus propuestas, sino que reaccionan como un caballo salvaje relinchando y dando coces al autor de la propuesta.
Tengo dos teorías sobre esto. La primera es que no han entendido nada. La segunda es que no lo han querido entender. Para sostener la primera sería necesario valorar la inteligencia de la persona que escribe, pero eso sería caer en el diálogo de la bestia: a ver quién da la patada más fuerte. Y no es mi estilo.
Para apoyar la segunda hay una explicación más extensa. Así que comienzo: ¿por qué algunas personas no pueden entender que Mas tiene un proyecto y que lo quiere cumplir? El problema que tenemos con muchos políticos es que ¡no tienen ningún rumbo! Se presentan a las elecciones con un proyecto y cuando salen por el balcón a celebrarlo, ¡han cambiado de camisa!
En cambio, el proyecto de Mas es el motivo por el que convocó las elecciones y fue compartido incondicionalmente por un millón cien mil catalanes que le apoyaron hace poco más de un año. Y si añadimos los votantes de otros partidos pro-estado (CiU ERC ICV CUP SI ) nos vamos a los dos millones ciento cincuenta mil, aproximadamente el 60% de la gente que fue a votar ese día.
Es lo que en los países democráticos llaman legitimidad. Cuando una persona escribe un artículo y lo leen 2.500 personas, también tiene una legitimidad. En un caso hablamos de legitimidad social y en otro hablamos de legitimidad de tribu. Pero la legitimidad es la misma porque no estás solo, alguien sigue lo que tú dices.
La propuesta de Mas, ¿de dónde sale? ¿Se la inventa él después de una borrachera? Hagamos un repaso: muchos catalanes consideran que algo se rompe cuando el tribunal constitucional tumba el Estatuto de 2006. Estas manifestaciones (10 de julio de 2010, día 11 de septiembre de 2012 y 11 de septiembre de 2013), que algunos opinadores no dejan de ridiculizar, son refrendadas en las urnas (Parlamento 2010, Parlamento 2012). Mas no se inventa una excusa con la que entretener a la plebe, sino que pone en marcha un mandato de la ciudadanía.
La segunda pregunta es: ¿por qué hablan de Mas y no de su propuesta? Un relato posible sería que todavía estamos inmersos en un caudillismo sociológico fruto de tantos años de dictadura y del culto (o el odio visceral) a la persona.
Una razón alternativa es que es difícil encontrar argumentos para contradecir a Mas. Si Mas está tan equivocado, ¿por qué no dejamos que la gente vote? Si no tiene razón, los votos lo dirán. Si la independencia es tan mala, la gente lo verá. Y si no lo ven aún, sólo es cuestión de tiempo y de información para que se den cuenta de que están equivocados. ¿No? Y, ¿por qué no lo hacen?
La falta de argumentos es lo que deriva en un ataque a la persona. Cuando la crítica se limita a la grosería y la desconsideración personal, lo que luce es la falta de ideario propio. Si los que defienden esta España que tanto les gusta, nos concedieran al resto de mortales los secretos de su iluminación sagrada, quizás sería posible discutir algo.
Lamentablemente, sólo nos queda discutir el grado del improperio. Poca mecha para tanta dinamita. Los defensores de la España actual lo tienen complicado cuando su país de referencia genera tanta frustración que les empuja a escribir así.
Desde mi punto de vista, este tipo de periodismo está por debajo de las revistas de papel couché, porque no crean opinión, sino que hacen canibalismo digital: desgarran la persona y enseñan sus vísceras a todos. Efectivo sí que es porque las entradas se venden… Ahora bien, las compran dentro de la misma tribu.
La antropofagia es una costumbre muy propia de los pueblos bárbaros. Para mí es lamentable que el odio visceral a la persona genere tantos tuits. Como opinadores creo que tenemos una responsabilidad superior de cara a nuestros lectores y los que tenemos la pluma fácil y nos publican, haríamos bien en jubilar de nuestro país este estilo tan poco elevado. Creo que el hombre tiene cerebro suficiente para hacer las obras de arte más bellas, también en la escritura.
Como dice Umberto Eco al final de su libro: “Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus» (de lo que en un principio dijimos que llamaríamos rosa, sólo nos ha quedado el nombre) . En el caso de estos opinadores, sólo nos quedará el exabrupto. ¡Qué lástima!.