El agua provocará los nuevos conflictos internacionales
Vivimos tiempos convulsos. Nada nuevo en la historia de la humanidad, pero la complejidad actual toma proporciones globales que requiere de esquemas de análisis nuevos. Existe una gran dosis de ansiedad por las amenazas a la paz y la estabilidad mundial. Hay sed por mantener un equilibrio que sacie esta necesidad. Y nada mejor que el agua para calmar la sed. O tal vez para incrementarla.
El gran Leonardo da Vinci sostenía con toda certeza que “el agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza.» Sin lugar a dudas, una fuente inagotable de poder y confrontación en tiempos pretéritos y presentes, indispensable para la subsistencia del ser humano. Lo que tal vez el gran da Vinci no vislumbró fue que esa fuerza motriz es hoy en día capaz de crear conflictos de gran intensidad en una humanidad cada vez más sedienta – y necesitada – de equilibrios.
Según el Foro Económico Mundial, las crisis del agua se encuentran entre los riesgos mundiales más probables y más impactantes. El conflicto está servido. ¿Por dónde y cómo explotará?.
El control de los recursos hídricos en el presente siglo es lo que el petróleo representó para la geopolítica del siglo XX, y por supuesto parte del presente. La diferencia está en que el agua es fuente de vida – y de muerte – y no tiene sustituta. Tanto la geopolítica como la configuración de las nuevas relaciones internacionales, en un mundo en plena metamorfosis de centros y ejecución del poder, estarán marcadas por la presión sobre el dominio del agua potable. Complejidad ésta asociada a la evolución del contexto donde los recursos y acceso se distribuyen de manera desigual. Como lo fue con el petróleo. Una partida y tablero parecidos, pero no con todos los mismos protagonistas. Eso sí, los sufridos consumidores finales son los mismos.
La geopolítica estará marcada por el dominio sobre el agua potable, cada vez más escasa
Grandes corporaciones mundiales se han dedicado, y dedican sin lugar a dudas, a convencer a inversores del negocio del agua. Una inversión a futuros segura. Conglomerados bancarios como Goldman Sachs, Citigroup, UBS, Deutsche Bank, Credit Suisse, Barclays Bank, Allianz y HSBC, entre otros, consolidan su control sobre el agua del planeta.
Igualmente Nestlé, Danone o Coca-Cola pugnan por el control del agua embotellada, aunque puedan ser señaladas como unas de las que más contaminan en el mundo. No menos que curioso: venden cuerpos perfectos, vida sana y felicidad. Un paraíso embotellado para las multitudes. Eslogan familiar y de carácter global que otros replican embotellando sueños de gloria a nivel local. Recurrente pero parece ser efectivo. No hay nada mejor que la sumisión emocional para gestionar a la masa.
Sin bien es cierto, como argumentan algunos analistas, la escasez y la lucha por el agua no han provocado directamente grandes conflictos interestatales y a escala mundial, las dinámicas actuales tienen todos los elementos para revertirlo.
El agua dulce líquida existente en el planeta, necesaria para satisfacer las necesidades (personales, industria, agricultura y servicios), sólo representa el 1% del total existente. Estos recursos a su vez están irregularmente repartidos ejerciendo presiones desiguales y concentración de dinámicas de conflicto – potenciales – diferentes. Por ejemplo, mientas América del Sur concentra el 6% de la población mundial y el 26% de los recursos hídricos, Asia aglomera el 60% de la humanidad con tan sólo el 36% del agua dulce disponible en el planeta. La Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en 663 millones de personas carecen de agua potable en el mundo hoy día y entorno a 1.800 millones usa fuentes de agua potable contaminada.
El problema del agua es de seguridad, pero también una amenaza para la estabilidad mundial
El progresivo deterioro del medioambiente, la privación de acceso a agua dulce a una parte importante de la humanidad y un incremento de la demanda proporcional al crecimiento de la población van paralelos a un aumento sobre la presión de los escasos recursos hídricos existentes. Estos elementos, junto a fenómenos como las migraciones, desequilibrios demográficos, desigualdades económica y mal gobierno, interactúan como un acelerador aumentando la probabilidad de conflictos que antaño no se habían dado.
Todas estas variables plantean enfoques y acercamientos a una problemática que desembocará, tarde o temprano, en crisis y conflictos complejos de gestionar. Una mala y egoísta administración del agua es un problema de seguridad, una amenaza para la paz y la precaria estabilidad mundial. Igualmente la utilización del agua como instrumento de guerra y de terrorismo están a la orden del día. En el problema esta la solución.
El agua, esa fuerza motriz de la naturaleza como la definió da Vinci, también es fuente de paz y desarrollo. Esta debe ser gestionada de manera consciente y reconocerla como recurso estratégico de la humanidad. Más allá de los instrumentos y marcos legales, debe existir una mejor comprensión de la instrumentalización política del agua. Un paso indispensable para evitar discursos y posturas políticas que perpetúa o crean conflictos que responden en la mayoría de los casos a intereses nacionalistas o corporativos.
Lo recogió E. Galeano y lo decían los Sabios del Orinoco: “Para que veas los mundos del mundo, cambia tus ojos. Para que los pájaros escuchen tú voz, cambia tu garganta”.