El eje ERC-Bildu. El monstruo en el salón 

Si Pedro Sánchez cuenta con los votos suficientes y quiere volver a resucitar su viejo Frankenstein no le va a quedar más remedio que cogerse de nuevo de la mano de lo que quede de la izquierda

A Pedro Sánchez le faltó tiempo para soltarse de la mano de Bildu nada más conocerse los resultados electorales del 28-M y la debacle tanto del PSOE como de Unidas Podemos. Dios los cría, ellos se juntan y la sensatez del electorado los separa. Hay algunas compañías que no traen nada bueno si se pasea con ellas en público. Pero hay coyuntas que lo exigen.

¿O se cree el señorito que esto es gratis. Que con Bildu era un aquí te pillo y aquí me ayudas a gobernar y luego si te he visto no me acuerdo? Así que no es de extrañar que un sorprendido Arnaldo Otegi preguntara si ya se había acabado el recreo. Que venía a ser como preguntar si ya se había terminado el cachondeo. 

En realidad la mano amiga que agarra Bildu es la de Esquerra Republicana de Cataluña, que es quien va a su vez de la mano del PSOE de Pedro Sánchez. Así ha transcurrido la legislatura ahora acabada. Y así se han podido aprobar leyes que han hecho posible la continuidad del actual inquilino de la Moncloa.

Y aunque desde los cuarteles generales del socialismo se hace ahora un esfuerzo de amnesia colectiva para que nadie se acuerde de que esto ha sido así, todo el mundo sabe que en esta relación hay mucho vicio y que volverán a las andadas a nada que los números lo permitan.

El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi. EFE/Javier Etxezarreta

Otegi es una especie de “mantis religiosa” que no oculta en qué consiste su macabra ceremonia de apareamiento: “La izquierda en España necesita de los movimientos soberanistas vasco y catalán si quiere desarrollar su proyecto político”. 

Es decir, que si Pedro Sánchez cuenta con los votos suficientes y quiere volver a resucitar su viejo Frankenstein no le va a quedar más remedio que cogerse de nuevo de la mano de lo que quede de la izquierda, de los soberanistas de Bildu y ERC y de un PNV que espera que los resultados de las elecciones del 23-J le pillen bailando en la posición correcta de su particular Yenka: izquierda, derecha, adelante o atrás.

Los nacionalistas de Andoni Ortúzar saben que lo tendrán difícil, por no decir imposible, si el Partido Popular gana los comicios y forma Gobierno con VOX. Y aun en caso de no coaligarse con los de Santiago Abascal, haría mal Núñez Feijóo en volver a contar con quien en su día no tuvo escrúpulos en pactar con Mariano Rajoy un día y al siguiente entregar su cabeza en la histórica moción de censura. 

El presidente del Partido Nacionalista Vasco, Andoni Ortuzar. EFE/Luis Tejido

El PNV sabe, porque lo ha sufrido en las últimas elecciones municipales en el País Vasco, que el eje formado por Bildu y ERC y su influencia en el gobierno de Pedro Sánchez ha hecho crecer a los soberanistas en detrimento de los seguidores de Sabino Arana.

Y todo parece indicar que ese movimiento, lejos de ir a menos, responde a una estrategia perfectamente planificada por el radicalismo independentista catalán y vasco que difícilmente cambiará de rumbo o reducirá su velocidad de crucero por el hecho de que a Pedro Sánchez le sustituya Alberto Núñez Feijóo y ya no tengan influencia en el Gobierno de la nación. 

Por lo pronto ERC y Bildu han anunciado que se presentarán en coalición a las próximas elecciones al Senado con el nombre “Izquierdas por la independencia”. Es la constatación de un frente independentista vasco-catalán dispuesto a convertirse en una pesadilla sea cual sea el gobierno que surja de las urnas.

Se viene construyendo en las mentes de vascos y catalanes el andamiaje de unas naciones con derecho a ser independientes

Si es de izquierdas, porque estarán llamados a participar del Ejecutivo y a condicionar con contrapartidas muchas de las leyes que se tengan que aprobar. Y si es de derechas, porque… Qué quieren que les diga que no sepan a estas alturas. 

La paulatina, constante e imparable ausencia del Estado en las últimas décadas de dos comunidades como la catalana y la vasca, unida a la política de blanqueamiento del terrorismo y de cesión a los golpistas, han dado alas a los movimientos secesionistas. Se han aprobado en ambas regiones, con el apoyo de la izquierda, leyes educativas que tienen como objetivo la eliminación de toda referencia a España y de manera muy especial a la Lengua Española.

Desde hace años, y con evidente éxito, se viene construyendo en las mentes de vascos y catalanes el andamiaje de unas naciones con derecho a ser independientes por encima de lo que piensen el resto de los españoles. Y se ha ido haciendo porque nadie se ha planteado en todo este tiempo poner freno a esa deriva. 

El nuevo gobierno que surja a partir del 23-J no podrá hacer como que no ve el monstruo que tiene sentado en el salón de su casa. Si como apuntan las encuestas la ciudadanía otorga la dirección del país al PP, esperemos que Alberto Núñez Feijóo no caiga en la vieja tentación de tratar de arreglar el problema con los nacionalistas “moderados” que, lejos de echar al monstruo, siempre han acabado sentados en el mismo sofá.