“Ego Non”. Algo se mueve en Euskadi
Se hace difícil entender que quienes practicaron el terror, quienes les ampararon y les justificaron hayan conseguido todas las parcelas de poder, pero al fin ha surgido quien dice "conmigo, que no cuenten"
En Euskadi hay un grupo de jóvenes que se ha organizado para, entre otras cosas, poner en marcha actos de carácter cívico bajo la denominación “Ego Non”. Un latinajo que quiere decir “Yo no” y que es parte de una frase más amplia que ha sido utilizada como lema en otros tiempos: Etiem Si Omnen, Ego Non, (Aunque muchos lo hagan, yo no).
Es la manera que tienen de dar respuesta a muchas de las derivadas políticas que se han generado en el País Vasco como consecuencia del dominio del nacionalismo en casi todas las esferas de la sociedad. En los estatutos de esta recién creada plataforma se hace hincapié en la necesidad de manifestarse “contra la normalidad de los homenajes a etarras, ante la manipulación de la historia y ante el olvido institucional”. Tienen claro estos jóvenes que la estrategia de legitimación del pasado terrorista de EH Bildu exige una respuesta moral.
Interpreto la iniciativa como una señal que induce al optimismo. Porque más allá de tener una larga o efímera vida su mera existencia supone cuando menos una voz nueva en una sociedad acostumbrada al silencio durante demasiados años. Así que entre los ya veteranos sufridores de los años duros de ETA y del nacionalismo obligatorio se ve a los de “Ego Non” como una especie de cantera de jóvenes promesas dispuestos a tomar el relevo.
Hay que tener en cuenta que la mayor parte de los integrantes de esta plataforma no conocieron los años de plomo, o como mucho acababan de nacer. No han experimentado el miedo que genera el terror, así que tienen la dignidad varios peldaños por encima y por eso miran de frente. Son la esperanza de quienes quieren seguir llamando a las cosas por su nombre.
«Ego Non» tiene claro que la estrategia de legitimación del pasado terrorista de EH Bildu exige una respuesta moral
Se hace difícil entender que quienes practicaron el terror, quienes les ampararon y les justificaron durante décadas hayan conseguido todas las parcelas de poder. Pero para eso lo hicieron, para extender el miedo entre la sociedad hasta lograr su derrumbe moral. Solo así se entiende esta anomalía democrática. Pero ha surgido quien dice “yo no”. “Ego Non”. Conmigo, con nosotros, que no cuenten. Cincuenta años callados no se superan con más silencio.
Estos de ahora recuerdan en cierta manera a la generación que vivió los últimos años del franquismo y los primeros de la democracia. Las advertencias y temores de nuestros padres y abuelos, atenazados todavía por la Guerra Civil y el régimen de Franco, fueron un acicate más en la desenfrenada búsqueda de libertades.
Ocurre algo parecido en el País Vasco actual. Y es que en el fondo la de ETA ha sido otra dictadura a la que esta nueva generación, afortunadamente, no tiene que temer. Y ahora, sin amenazas ni guardaespaldas, se preguntan en alto qué ha pasado. Qué miedos siguen atenazando a una parte de la sociedad vasca que se siente española y qué resortes llevan a otra a seguir practicando el supremacismo ideológico.
Aun con muchas diferencias porque las circunstancias son otras, les empuja de alguna manera el mismo compromiso ético que durante décadas asumieron las plataformas cívicas y las organizaciones de víctimas. Se constituyeron como asociación el pasado agosto, pero hasta ahora el acto más llamativo de los llevados a cabo por “Ego Non” tuvo lugar el pasado 18 de octubre, la fecha elegida por la plataforma Sare para homenajear a Henry Parot.
«Porque son asesinos, son presos». Fue el lema de la pancarta que desplegó este grupo de jóvenes integrado en su mayoría por profesores y licenciados en las más diversas carreras universitarias. Y hace unos días, en Bilbao, organizaron varias jornadas de conferencias en las que participaron periodistas, escritores y profesores universitarios ante un público que doblaba en edad la de los organizadores.
El tiempo lo dirá. Pero quién sabe. Igual estos jóvenes consiguen algo parecido a lo que ocurrió a la muerte de Franco: Que muchos se avergüencen de su pasado, de lo que hicieron y obligaron a hacer y acaben guardando las dianas de sus odios perfectamente escondidas en las estanterías del olvido.
No sería poco.