La economía del bien común
Si el objetivo de las empresas y los estados es el bien común, ¿por qué no se aplica? Estas son algunas de las reflexiones del economista Christian Felber
Los días de Pascua sirven para salir de la estresante dinámica cotidiana y reflexionar con calma sobre cómo somos y tendríamos que actuar para mejorar. Por eso he releído varias entrevistas a Christian Felber. Felber es el cofundador de Attac Austria y uno de los creadores del movimiento ‘La Economía del bien común’ y de ‘Bancos para el bien común’.
Felber define la economía del bien común como un nuevo orden económico global, una alternativa al capitalismo y al comunismo, que se basa en valores universales y que su objetivo es el bien común. Para Felber el dinero y el capital son sólo medios para llegar a una meta y el éxito económico se mide por la consecución de este objetivo, y no por los medios.
Por eso, el producto interior bruto (PIB), las ganancias y el rendimiento son sustituidos por el producto del bien común, el balance del bien común y el valor añadido del bien común como principales parámetros de éxito.
Cuanto más grandes sean los rendimientos éticos demostrados de una empresa, más beneficios legales obtendrá a través de los impuestos, los aranceles, los intereses y los contratos públicos. De este modo, los precios de los productos sostenibles son más bajos que los menos éticos, y sólo sobreviven las empresas responsables.
Cuanto más grandes sean los rendimientos éticos demostrados de una empresa, más beneficios legales obtendrá
Según Felber en nuestro sistema económico actual se confunde medios y objetivos mientras que el objetivo de la economía tendría que ser el bien común. Feber constata que en todas las constituciones de los Estados democráticos cuando se refieren a la economía hablan del bien común. En el estatuto autonómico de Baviera, por ejemplo, dice: «Toda la actividad económica se orienta hacia el bien común.» La constitución prescribe que «la propiedad es un compromiso» y «su utilización tiene que servir también para el bienestar general».
Cuando el medio se convierte en objetivo, estos mismos y los valores pasan a segundo plano se generan una infinidad de daños colaterales como paro, pobreza, desigualdad, carencia de sentido, pérdida de valores, corrupción, desintegración de la democracia y destrucción del medio ambiente.
Felber critica que la focalización de los sistemas económicos occidentales esté en el crecimiento. Y lo justifica analizando el papel del PIB. El PIB no se valora por si mismo, sino asociado a valores positivos como los puestos de trabajo o la satisfacción de las necesidades básicas. Pero al considerarlo más profundamente, la relación entre el PIB creciente y la consecución de objetivos y valores sociales no está garantizada en absoluto.
Por eso Felber propone que se definan los objetivos sociales y que su consecución se pueda medir directamente, en lugar de a través del inseguro y complicado PIB.
Para el economista austríaco es lamentable que la economía esté tan basada en la eficiencia y no mida directamente la consecución de objetivos. La economía, utilizando parámetros sin incidencia social y de forma muy ineficiente, muestra que se trata más de una disciplina casi religiosa dirigida a una comunidad de creyentes que de una ciencia social.
Felber critica que el objetivo de los sistemas económicos occidentales esté en el crecimiento
El producto del bien común tendría que medir directamente la cobertura de las necesidades básicas, el trabajo necesario, la distribución justa, el bienestar temporal, la formación, la participación democrática o la paz. Si el producto del bien común sube, seguro que las cosas van mejor.
Sin embargo Felber no es sólo un teórico economista sino que ha impulsado el desarrollo de iniciativas prácticas. Actualmente unas 2.000 empresas se han asociado al movimiento y de ellas casi 400 han elaborado el balance del bien común. El balance del bien común es un instrumento de desarrollo de la organización o empresa que ayuda a reflejar en profundidad las actividades de esta en su conjunto. Responde no sólo a «¿Cómo lo hacemos?», sino también a «¿Cómo lo llevamos a la práctica?».
La Comisión de la UE tiene intención de incorporar la Economía del bien común en el derecho europeo
Así las administraciones públicas decidirán sus compras o los bancos la concesión y las condiciones de los créditos de acuerdo con los resultados del balance del bien común. Las empresas obtienen incentivos para comprar a proveedores éticos, conseguir su medida óptima y cooperar de forma sistemática. Los inversores y los consumidores son recompensados cuando compran en empresas éticas.
La economía de mercado experimenta entonces un cambio en su enfoque y tiende a pasar de la minimización de los costes y la maximización de los beneficios a los nuevos objetivos del aumento del bien común y la orientación hacia los valores.
La economía parece más de una disciplina casi religiosa dirigida a una comunidad de creyentes que de una ciencia social
Esta apuesta empresarial hacia la economía del bien común está siendo seguida por otras instituciones. Ahora mismo ya hay tres bancos que han hecho el balance siguiendo la metodología el bien común. Incluso tres escuelas superiores, y ahora está trabajando en esto la primera universidad, que es la de Barcelona. La UB también ha presentado en la UNESCO una cátedra en ‘Economía del bien común’. La escuela técnica superior de Burgenland planea la elaboración de un máster en Economía del bien común. Docenas de comunidades se han acoplado ya a la comunidad del bien común, o lo están haciendo.
Ya hay tres bancos que han hecho el balance siguiendo la metodología el bien común
En todo el mundo han surgido 150 grupos locales, y 30 sólo en Alemania. Se han fundado 19 asociaciones en lugares que van desde Austria hasta Chile y ya se está creando una asociación internacional. La economía del bien común se ha introducido en los programas de gobierno de Salzburgo y Baden-Wurttemberg. El mayor éxito político es que la Comisión de la UE tiene intención de incorporar la Economía del bien común en el derecho europeo.
Felber ha recuperado la esencia del intelectual crítico: no limitarse a contemplar o criticar la realidad, sino implicarse para cambiarla.
Felices Pascuas a todos los que creen en la resurrección de un sistema moribundo.