Dos rubias en la pradera
En fiestas y en campaña vale todo. Incluso hacer el ridículo. Ser rubias de bote. Bailar sin saber mover los pies. Y aguantar pancartas y vejaciones. Todo, a cambio de dejarse ver y ganar algún voto. ¿Seguro? Aprovechando que ha sido San Isidro, patrón de Madrid, las candidatas del PP a la alcaldía y a la presidencia de la Comunidad se fueron a bailar. Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, tanto monta aunque no se puedan ver. Vestida de chulapa, Aguirre. Se han encomendado al santo para pedirle votos. Creen en los milagros. Buscan el milagro. Cifuentes, vestida normal. Ha comprado rosquillas y le ha pedido trabajo al Santo. ¿Para ella o para los madrileños? Será por si se queda en el paro el 24M.
Cantando un chotis pisó la pradera Aguirre y contó que le ha pedido al santo que estén «todos unidos, a pesar de que haya una campaña». Al PP se refiere. Al plantón que le estaba dando a la alcaldesa en el acto oficial celebrado en el ayuntamiento. ¡Qué indecencia! Aspira a la alcaldía y se va a hacer el ganso a la pradera. No es fácil de entender. Ni tampoco que Rajoy le haya permitido tanto acoso a Ana Botella. Le tiene más miedo que a una tormenta. Más que a su mujer. ¿Y Aznar, qué dice?
Aunque la era Botella deja mucho que desear (cinco niñas muertas y todavía sin juicio), al menos no han aparecido casos de corrupción como han aparecido en la Comunidad que la Lideresa dirigió. Porque hasta ahora eran los casos de amigos que rozaban su falda. Pero algún caso ya se ve que le toca la piel a ella. Sí. A Aguirre, a la Lideresa. Que se enteren los madrileños.
Ha saltado otro affaire de corrupción Madrid Network de cuando Aguirre era presidenta, pero ya se lo coloca a Antonio Beteta, entonces bajo sus órdenes en la autonomía. La culpa es de un subalterno. No es tan tonta como para no enterarse de lo que hacían sus íntimos. Ni para dejar pasar la oportunidad de hacer sus negocietes familiares. Ahí vamos. Porque se cuenta en la pradera que el marido de Aguirre se embolsó 2,5 millones en subvenciones en los últimos años. Y que sus cuentas son opacas. Que oculta las cuentas de sus empresas Salvia SL y Ganadera Bornos SC. Nada de transparencia en los últimos siete años. Siete. Con su mujer, Aguirre, en la comunidad.
¿De mutuo acuerdo, no? Y esta es la señora que quiere el ayuntamiento para seguir ocultando su pasado. Y su presente. Para seguir dirigiendo Madrid a su capricho. Para seguir bailando chotis sin saber. Con total desprecio a la democracia. A la libertad. A la ética. Quiere ganar. Tiene su chiringuito montado en la capital y no lo quiere traspasar. Ni permite pancartas en contra. Ni en la pradera. ¡Ay, la libertad! Sólo para su servicio.