¿Dónde están los moderados?

La pista de baile de las elecciones catalanas se abrirá de un momento a otro y no pueden dejarse las puertas abiertas para que se cuele la abstención

El regreso del catalanismo político situado a la derecha del PSC sigue siendo una necesidad de país. Los de Miquel Iceta vienen abanderándolo en solitario, pero a trancas y barrancas; es decir, pasando sobre todos los obstáculos, que no son pocos, porque los independentistas los tienen por apestados.

Los socialdemócratas se mantienen al alza porque dan codazos a quienes practican el vicio de mentir al electorado más informado de la historia, pero a la vez más dado a creerse el relato de quienes nos llevan al precipicio.  

Existe una empanada mental entre la población catalana que precisa ser deconstruida si se desea parar la multidestrucción que padece Cataluña. La primera, la guerra identitaria provocada por JxCat, ERC y CUP, ahora con periscopio sumergido, que ha roto la pregonada unidad social en dos bloques irreconciliables.

La segunda, la pérdida de fuerza económica traída tanto por los independentistas como por el decaimiento querido de las élites empresariales y profesionales esparcidas por el país y no sólo las barcelonesas, que han preferido unirse a la locura o poner los ojos en blanco. Un patriotismo vergonzante.

La tercera, el crédito nacional e internacional de una Cataluña abrazada a un sueño imposible que desde fuera se ve como una locura de tomo y lomo. Y lo es.  

En esta estepa casi siberiana, ¿dónde se alojan los moderados de centro-derecha que, de haberlos, los hay? Ya decía Josep Pla que Cataluña era estructuralmente conservadora, pero que lo era con un lenguaje y una gestualidad propia de la izquierda más radical.

Las distintas fracciones de moderados no sólo no están, sino que parece no desear estar

Es hora de dar por agotado el periodo de hacerse trampas jugando al solitario. La última encuesta conocida, la realizada por la empresa GAD3, revela hasta qué punto nos gusta mentir: los más conspicuos secesionistas, llegada la hora de la verdad, optan por un pacto con el Estado con el fin de obtener una mejor financiación. La “pela es la pela” pues fenicios hemos sido siempre.  

Este medio ha venido informando sobre la existencia de grupos que aspiran a crear una plataforma electoral que, en primera instancia, venga a moderar la política catalana. De vez en cuando, algunos de sus líderes alzan la voz para después regresar al anonimato, sea en la Cerdanya o sea en el Empordà.

Así no se va a ninguna parte porque se olvidan los dos preceptos más esenciales que todo político debe cumplir: estar en los medios y trabajarse el voto. Deberían ir al oráculo más conocido del país en esta materia, que es la tumba de Salvador Dalí, y preguntarle si mejor que sus obras pictóricas lo fueron las escenografías que montó para que se hablara de él. Les diría que lo último le resultó vital para lo primero.

Si exceptuamos al PNC y su secretaria general, Marta Pascal, y sus constantes intentos por salir en la foto, el resto de las distintas fracciones de moderados no sólo no están, sino que parece no desear estar.

Hay que saltar a la arena, juntos o separados, pero saltar de una vez. La pista de baile de las autonómicas catalanas se abrirá de un momento a otro. No pueden dejarse las puertas abiertas para que se cuele la abstención por falta de candidatura reformista y catalanista creíble. Moderada.  

Según Carles Castro, autor de ED Libros, una participación del 69%, apuntada por GAD3, revela que las pérdidas del voto opuesto a la independencia de Cataluña cuadruplican a las que se registran entre el electorado soberanista. En otras palabras, mientras el votante favorable a la secesión ya está movilizado, el votante moderado de centroderecha está tumbado y con los ojos cerrados. Pues vamos bien.

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