¿Dónde está el CNI en Barcelona?

Francesc Homs, conseller de Presidència de la Generalitat, debe ser un gran aficionado a las películas de James Bond, el agente 007. Yo tampoco me las pierdo. Admito, eso sí, que soy más de Pierce Brosnan que de Daniel Craig. A diferencia del conseller, hace tiempo que estas películas las tengo catalogadas como aventuras. Sé que no son un reflejo de la realidad.

Este comentario hace referencia a las últimas inquietudes del portavoz del Govern, a quien habría que decir con claridad que, igual que pasa con las industrias, los espías se deslocalizan. La época de las gabardinas, las citas ocultas y las maquinas fotográficas en miniatura que se escondían en despachos solitarios pasó a la historia hace años. La información ahora fluye por tantos canales abiertos que cualquier persona puede ser un espía. Y lo peor de todo es que, en ocasiones, uno es un espía sin siquiera saberlo.

El conseller Homs y la televisión oficial de Catalunya (llamo así a TV3 por la facilidad que tiene en reforzar el mensaje del Govern) se equivocan en señalar al edificio que hay en Diagonal como sede del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). La labor de la institución en Barcelona no se limita a ese emplazamiento. Está más cerca de lo que un espectador habitual de películas de James Bond puede creer. Y no se nutre, precisamente, de agentes venidos de lugares lejanos a los que nadie informaría. Son personajes muy cercanos. Tanto, que a veces que ni ellos mismos lo saben.

Que el conseller lo desconozca no es ninguna novedad. Hay tantas cosas que parece que se escapan del control de Homs que, sinceramente, me sorprende que aún esté en el cargo. Pero que Josep Antoni Duran i Lleida se meta en esta película de espías pidiendo la comparecencia del director del CNI en el Congreso es, cuanto menos, curioso. Supongo que la historia explicará el motivo de la curiosidad del político de Unió Democràtica de Catalunya (UDC). Duran no necesita ver películas de 007 para saber que el director del CNI es un espía.

Para simplificar: Catalunya (y Barcelona) es como un queso gruyere lleno de agujeros. La información no se consigue como algunos conspiradores piensan, enviando agentes a la Diagonal. Simplemente, fluye cuando uno pregunta o escucha a gente en lugares adecuados –que no son necesariamente restaurantes–. Quédense con esta frase, básica en inteligencia moderna: muchos informan queriendo, pero la mayoría lo hacen sin ser conscientes de ello. O, más bien dicho, sin saber que están informando.

Hace años, miles de años, en un país lejano cuyo nombre no consigo recordar, me explicaron que el problema en ciertas acciones militares no era “pegar un tiro en la nuca a nadie, sino preguntarse luego porqué lo habías hecho”. En un momento con la adrenalina a flor de piel todo el mundo puede hacer cualquier cosa. Los problemas empiezan cuando debemos justificar nuestras acciones o queremos vivir con ellas en nuestra consciencia. Un razonamiento que podemos aplicar aquí y ahora.

Conseller Homs, ese tiempo en el que un espía entraba a oscuras en un despacho para robar un documento han terminado. Ahora, es la persona con la que comparte oficina quien se explaya sin problemas. Eso sí, la enorme cantidad de información que existe se tiene que procesar, clasificar y transformar en una cosa útil. Muchas veces ni la propia persona que da la información sabe explicarla correctamente, ni clasificarla ni transformarla en una cosa útil. Y quien la recibe tiene problemas en entenderla.

Siguiendo el ejemplo del queso de gruyere, los regímenes no uniformes tienen tantos agujeros como ratas con ganas de comer. Y cazar ratas aún es relativamente sencillo. Las colitas y el hedor las delatan. En un espacio tan pequeño como Catalunya son fácilmente identificables. Lo leído y aparecido estos días es un simple aperitivo. Ya veremos cuántos de los que han hablado se sabrán identificados y cuántos de los que han sido cazados delatarán sus agujeros informativos.

Que nadie lo dude, estamos en un momento críptico en el que las fidelidades son confusas. La lealtad en situaciones extremas nunca es cierta, ni conocida. Lo peor de todo es que nunca sabes por dónde respirará una persona desesperada. Eso sí, recordemos que lo más triste de ésta situación es que, gracias a la incompetencia o a la nula visión de algunos, veremos películas de espías donde sólo hay realidad. Y, al final, superará la mejor ficción nunca escrita en el cine negro. Tiempo al tiempo. Si lo visto sorprende, lo previsto no dejará dormir.

¿Dónde está el CNI en Barcelona? En cualquier esquina, partido y en el propio Govern. Mucho más cerca de lo que muchos piensan. Y, aunque a algunos les puede chocar o quieran ver acciones conspirativas, la gestión de Inteligencia aún es necesaria. Por desgracia, aquí y ahora más que nunca.