Digamos las cosas por su nombre
Cataluña es una nación desde muchos puntos de vista. La elecciones municipales que acaban de celebrarse han demostrado hasta qué punto el hecho diferencial se traduce en un sistema de partidos propio, que combina la presencia de los partidos del sistema estatal y la fuerte implantación de los partidos soberanistas.
Constatado esto, estas elecciones también han puesto de manifiesto que CiU es de los pocos partidos del llamado statu quo que resisten la oleada de los herederos del 15M. Por segunda vez consecutiva, aunque perdiendo votos, la federación nacionalista se alza con la victoria. Así pues, a pesar de los casos de corrupción que les han afectado y de las campañas contra la formación que lidera Artur Mas, los nacionalistas resisten y se consolidan como el principal partido soberanista.
En el flanco soberanista, el crecimiento de ERC y las CUP no consigue relevar a la federación nacionalista. En Barcelona, por ejemplo, la pérdida de la alcaldía por parte de Xavier Trias no ha sido en beneficio de los partidos de la izquierda independentista. Esos partidos deberían preguntarse por qué Ada Colau y BComú han rentabilizado lo que ellos son incapaces de recoger. El efecto C’s en Cataluña no arranca, porque sólo se beneficia del desgaste del PP. Podemos, en cambio, puede disfrutar de la victoria de Ada Colau sin lanzar la campanas al vuelo.
BComú ha obtenido un buen resultado con 175.986 votos y 11 concejales. Pero enfrente va a tener a los 158.721 votantes de CiU y a sus 10 concejales. No se lo van a poner fácil. Seguramente tampoco se lo pondrán fácil los 5 concejales de ERC y los 3 de la CUP. Colau deberá tener en cuenta que esos tres partidos soberanistas suman 287.343 votos, lo que no es poco. Despreciarlo sería su primer error. Ada Colau dice que ellos están por el derecho a decidir, lo que si al final resulta cierto, significa que esa mayoría soberanista se ampliaría en Barcelona. Colau va a tener que cambiar formas y vocabulario si quiere la colaboración de unos partidos que, sumados, representan el 75% de los concejales elegidos este 24M en Cataluña.
En Barcelona los votos unionistas, si sumamos los obtenidos por C’s (77.206), PSC (67.323) y PP (60.817), son 205.346 votos, que son bastantes más de los obtenidos por Colau, pero son pocos tiendo en cuenta que PP y PSOE son aún los partidos mayoritarios en España. En Cataluña, sin embargo, el PP cada día es más irrelevante, el PSC está en caída libre (aunque conserva una fuerza envidiable en distintas ciudades catalanas) y C’s no se constituye en alternativa global. Por lo menos de momento. De todos modos, ellos son ya el primer partido unionista en Barcelona y se dedicarán a socavar al PSC y al PP para lograr serlo el 27S.
Antes de la elecciones escribí que la pérdida de la alcaldía de Barcelona pondría en un aprieto a Artur Mas. Lo sigo pensando. Aunque la victoria de Colau en Barcelona no ha sido tan amplia como preveían sus partidarios, su victoria va a ser utilizado en contra del proceso soberanista. El peligro de fracaso está ahí. Quienes no sé den cuenta de que las elecciones del 27S son a cara o cruz es que está ciego. Convocar unas elecciones con carácter plebiscitario con un panorama como este puede llegar a ser una temeridad si antes no se resuelven algunas incógnitas que ya apunte en mi último artículo.