Dicen que el neoliberalismo mata
La sección española de la Internacional Anticapitalista emitió ya su inapelable juicio: el liberalismo y el capitalismo son culpables de todos los males
En la sala de banderas de la izquierda reaccionaria, la sección española de la Internacional Anticapitalista –en un juicio sumarísimo en que el acusado no ha podido tomar la palabra– ha emitido ya su inapelable veredicto: el liberalismo y el capitalismo son culpables de los males –de la pobreza y el hambre a la destrucción del medio ambiente pasando por la guerras y pandemias– que azotan a la Humanidad.
La Primera Internacional Anticapitalista
A quien dude de la existencia de una Internacional Anticapitalita europea, le remito a finales del XX con Attac y Le Monde diplomatique y sus capitostes Ignacio Ramonet, Bernard Cassen, Susan George, Éric Toussaint, Vicenç Navarro o Manu Chao. Una Internacional que aparece en las manifestaciones altermundialistas de Porto Alegre, Seattle, Washington, Bangkok, Melbourne, Praga, Niza, Gotemburgo, Barcelona, Génova o Heiligendamm contra el orden liberalcapitalista.
Como no podía ser de otra manera, la pandemia de la Covid-19 que golpea el planeta ha propiciado el enésimo juicio sumarísimo de la Internacional Anticapitalista. Lo que sorprende del caso es la dureza con la cual el antiliberalismo y anticapitalismo español –a diferencia del europeo– arremete contra el orden liberal-capitalista.
Si leen los escritos de Attac Francia –allí nace Attac– encontrarán un manifiesto de manual –publicado también por Attac España– que afirma que “el neoliberalismo, en Francia y en el mundo, ha profundizado las desigualdades sociales y la crisis del coronavirus golpeará especialmente a los más precarios… [llamamos] a todas las fuerzas progresistas y humanistas… para reconstruir unidos un futuro, ecológico, feminista y social que rompa con las políticas aplicadas hasta entonces y el desorden liberal” (¡Nunca más! Preparémonos para el día después, 27/3/2020).
Por lo demás, Attac España publica una propuesta –también de manual– para hacer frente a la crisis en la que –además de una Renta Básica de Cuarentena, la protección del derecho a la vivienda, la transparencia de la gestión pública, o la gobernanza europea– reclama “banca pública” y “finanzas democráticas” (8 medidas que propone Attac Espña para afrontar la crisis social y sanitaria provocada por la Covid-19, 25/3/2020).
Si de Attac pasamos a Le Monde diplomatique, percibimos un tono crítico –generalmente moderado y con frecuencia propositivo– en los artículos publicados, entre otros, por Bernard Cassen, Serge Halimi, Germán Velásquez o Michael Marmot.
Si la Primera Internacional Anticapitalista –Attac y Le Monde diplomatique– se mueve hoy contra el “oligopolio bancario” y la “especulación financiera”, o contra un “mundo inviable” que hay que “rectificar” para superar el “desorden liberal”; si en la UE ocurre eso, en España ha surgido una Segunda Internacional Anticapitalista que golpea duro.
La Segunda Internacional Anticapitalista
La Segunda Internacional Anticapitalista, engendrada en España al socaire de la pandemia de la Covid-19, responde al patrón de la izquierda reaccionaria que propicia el modelo Podemos.
Una izquierda reaccionaria –integrista e inquisitorial– en que se distinguen dos tipos de antiliberalismo y anticapitalismo: el “razonado” y el de trazo grueso. Entre los innumerables textos existentes de uno y otro tipo, he seleccionado un autor “razonado” y tres de trazo grueso.
El autor “razonado” por excelencia es el profesor de políticas públicas –asesor del primer borrador económico de Podemos– Vicenç Navarro. La suya es una crítica sistemática que se ha convertido en referente del antiliberalismo y anticapitalismo español. Vicenç Navarro desacredita, desprestigia, menosprecia, culpa, inculpa, criminaliza y sentencia el “desorden económico internacional”. Liberal capitalista, por supuesto. Veamos.
Navarro desacredita, desprestigia, menosprecia, culpa, inculpa, criminaliza y sentencia el liberalismo capitalista
Lo desacredita: “La población debería concienciarse de que su salud y calidad de vida no pueden depender de empresas que, por definición, no tienen como principal objetivo mantener en buen estado esa salud y calidad de vida, sino que buscan ante todo, optimizar sus beneficios” (Vicenç Navarro, Lo que no se ha dicho de la epidemia de coronavirus, 3/7/2020).
Lo desprestigia: “A los dos lados del Atlántico Norte ha habido una gran derechización de la cultura e instituciones políticas, causa y consecuencia a la vez de la enorme desigualdad y del deterioro de las instituciones democráticas, lo que explica que nuestros países estén hoy en una situación muy vulnerable frente a la pandemia” (Vicenç Navarro, Lo que se está ocultando en el debate sobre la pandemia, 24/3/2020).
Lo menosprecia: “En una situación de guerra… el Estado hace lo que debe hacer para conseguir los materiales que necesita para armarse, confiscando y nacionalizando industrias si ello es necesario” (Vicenç Navarro, Lo que se está ocultando en el debate sobre la pandemia, 24/3/2020).
Lo culpa: “[El orden económico internacional es] responsable tanto de la crisis climática como de las crisis epidémicas que frecuentemente ocurren y que afectan primordialmente a las clases populares, tanto de los países pobres como de los países ricos. Así de claro” ((Vicenç Navarro, Lo que no se ha dicho de la epidemia de coronavirus, 3/7/2020).
Lo inculpa: “Punto central de esta ideología neoliberal ha sido disminuir las intervenciones del Estado que favorezcan el bien común, hecho responsable del enorme descenso de la calidad de vida y bienestar de las poblaciones, contribuyendo con ello a crear la enorme crisis climática, por un lado, y a la pandemia, por el otro” (Vicenç Navarro, Lo que se está ocultando en el debate sobre la pandemia, 24/3/2020).
Lo criminaliza: “El orden económico actual, que prioriza lo privado sobre lo público, ha perdido toda la credibilidad, pues comparte la responsabilidad de que haya una mortalidad tan alta en este país. Así de claro” (Las políticas económicas neoliberales matan. Hay que cambiarlas, Vicenç Navarro, 4/4/2020).
Vicenç Navarro nos brinda un guion de lo que podríamos denominar el pensamiento político punitivo
Lo sentencia: “Estamos siendo testigos del fin del neoliberalismo, fruto de la urgencia de cambio” (Vicenç Navarro, Lo que se está ocultando en el debate sobre la pandemia, 24/3/2020).
Muchos artículos de Vicenç Navarro concluyen con un “así de claro”. ¿Así de claro que al capitalismo no le interese la salud de la población, o que la derechización nos vulnere frente a la pandemia, o que la nacionalización favorezca la solución, o que las clases pudientes no padezcan la epidemia, o que la política neoliberal mate, o que el fin del capitalismo está el caer?
Su razonamiento está repleto de falacias, dicho sea a la manera aristotélica de vicios en la argumentación. Le pierde el parti pris. El sectarismo. ¿Qué alternativa al “desorden” liberalcapitalista? ¿Cuál es el orden que patrocina Vicenç Navarro? Al respecto, hay un par de indicios:
Primero: “Se requiere una lucha de clases bilateral y bidireccional, que requiere una enorme agitación social por parte de la mayoría de la población (clases medias y clases trabajadoras), exigiendo una reversión de las políticas neoliberales (promovidas como las únicas posibles), aplicándose políticas públicas redistributivas encaminadas a reducir las rentas del capital a costa de aumentar las rentas del trabajo y expansión de la protección social” (Marx llevaba bastante razón, 21/12/2012, no confundir con dos artículos del mismo título publicados el 1/8/2016 y el 24/9/2016).
Segundo: “Decir que la dictadura en Cuba es homologable a la dictadura de Pinochet… es ignorar la enorme diferencia en la calidad de vida de las clases populares –la mayoría de la población– en Cuba (con universalidad de derechos laborales y sociales) y en el Chile de Pinochet, una dictadura fascista de orientación neoliberal (orientación esta última dominante en el Parlamento Europeo) donde la calidad de vida empeoró enormemente (La escandalosa tergiversación de la historia europea y española, 5/12/2019)
Lo que sí queda claro es que Vicenç Navarro nos brinda un guion de lo que podríamos denominar el pensamiento político punitivo. En el siguiente apartado hablaremos de ello. Pero, antes vayamos al trazo grueso.
Oportunismo, intoxicación, pensamiento único realmente existente, personalidad autoritaria, conspiranoia y delirio persecutorio
Si del tipo “razonado” pasamos al trazo grueso, nos encontramos con ese fino estilista que es Pedro López López, profesor en la Complutense y activista de derechos humanos: “La vis criminal del capitalismo… es redundante la expresión ‘capitalismo salvaje’… la rapiña y el crimen están en el ADN del capitalismo… las empresas, y especialmente las multinacionales, siempre se han comportado con esta negligencia criminal” (Crímenes del capitalismo en tiempos de coronavirus, 14/4/2020).
Y eso es lo que desprende su discurso: negligencia. Otro fino estilista –con la alusión a Gabriel García Márquez incluida– es el librepensador Juan José Torres Núñez que advierte que “cuando termine la pandemia que azota nuestro planeta, aún nos queda otra batalla que librar para destruir el cólera neoliberal que nos asfixia y hace estragos en nuestras vidas” (El coronavirus en los tiempos del cólera neoliberal, 29/3/2020). Y eso es lo que emana su discurso: cólera.
Finalmente, ahí está ese apologeta del chavismo que es Ignacio Ramonet –imprescindible su libro Hugo Chávez. Mi primera vida, 2013–, que habla del “largo autismo neoliberal… de sus políticas devastadoras de privatización a ultranza de los sistema públicos de salud que han resultado criminales” (La pandemia y el sistema-mundo, 25/4/2020). Y eso transmite su discurso: autismo.
El pensamiento político punitivo
Una vez oída la Internacional Anticapitalista española se podría hablar de oportunismo, de intoxicación, del pensamiento único realmente existente, de personalidad autoritaria, de conspiranoia, de delirio persecutorio.
En cualquier caso, lo que resulta interesante del discurso de nuestra izquierda reaccionaria es que, parafraseando la filosofía del derecho punitiva, siembran la semilla del pensamiento político punitivo.
En dicho pensamiento, el liberalismo y el capitalismo aparecen como un tipo delictivo que hay que perseguir para asegurar, por decirlo a la manera del utilitarismo de Bentham, la “promoción de la felicidad” de los individuos.
El pensamiento político punitivo recuerda una idea que Émile Durkheim esboza en sus Lecciones de sociología (1912) cuando habla de la necesidad de institucionalizar un delito que ayude a perpetuar al enemigo social con el fin de ratificar determinados sentimientos y creencias. O, en nuestro caso, ideologías. La de la izquierda, por ejemplo. Lo de siempre: la izquierda buena frente a la derecha mala.
Mucho de ello hay en la crítica de esta izquierda reaccionaria que, a la manera de la filosofía del derecho punitiva, inculpa, en toda regla, al liberalismo y el capitalismo por uno delito que podríamos clasificar de lesa sociedad.
Lo que no queda claro es si el liberalismo y el capitalismo tendrán –aunque no se les reconozca el derecho a la legítima defensa– el derecho a la rehabilitación. Sospecho –a tenor del discurso de nuestros iluminados “anticapis”– que no será así.