Diálogo, negociación y pacto
Apunten estos tres sustantivos: diálogo, negociación y pacto. Se trata de la hoja de ruta de Foment del Treball, la gran patronal catalana, la que marca el tempo. Es su desideratum para las relaciones políticas y económicas entre Catalunya-España o viceversa. Los patronos del Foment se han quedado solos defendiendo esa tesis y están enfadados. El jueves celebrarán en sus instalaciones un acto de reivindicación empresarial cuya génesis ha vivido todo un rosario de acontecimientos tan azarosos como previsibles.
Promovieron una reunión empresarial antes de las elecciones autonómicas. Nació de una junta directiva en la que los asistentes, enardecidos por la situación política, insistieron en que deben trasladar su mensaje a la sociedad en tiempos de tanta zozobra. Con la convocatoria electoral decidieron aplazarlo. El objetivo, bienintencionado, era no interferir en la contienda.
Después, Joaquim Gay de Montellà decidió abrirlo a todas las asociaciones empresariales catalanas. Convocó a sus afiliadas (Aijec, Cecot, Fepime…) y a Pimec, la Cámara de Comercio de Barcelona, Cercle d’Economia… Un fiasco. “Es responsabilidad mía”, asegura Gay de Montellà. ¡Menos mal que alguien admite que se ha equivocado! Ha concluido que su estrategia de gallina clueca, de primus inter pares, no sirve en la Barcelona actual. Le honra que admita el error estratégico. Así que, como ha sido incapaz de generar consensos por la tibieza y subordinación de otros foros al poder (o poderes) político (s), seguirá en solitario. Valiente, no cabe duda.
Pimec ha jugado un rôle de ambigüedad que no le ennoblece especialmente frente a sus asociados. Informó a través de los medios de que, a la vista del cambio de escenario y formato decidido por Foment del Treball (y del que había tenido conocimiento por la prensa), declinaba participar. Una excusa perfecta, pero increíble. Y otro tanto ha sucedido con la Cámara de Comercio de Barcelona. Demasiados complejos. Demasiada política subyacente. Es curioso que ambas organizaciones publicaron unas encuestas pseudocientíficas sobre las preferencias del empresariado catalán con resultados sorprendentes de inaudito interés por el soberanismo. Ahora, viva la paradoja, se quejan de una eventual polítización del acto de reafirmación empresarial.
Que nadie se extrañe, en consecuencia, de que al empresario le parezcan nada representativas sus instituciones, sean cuales sean. Si algo tan simbólico como reivindicar el papel de las empresas en tiempo de crisis, la necesidad de impulsarlas (mediante medidas reactivadoras, financieras, fiscales, laborales…) para sacarlas de la situación actual, es imposible de consensuar por temores y riesgos de politización es que algo muy serio está fallando en el sistema que se construyó al inicio de la democracia. Cómo va a sorprender, en consecuencia, que nazcan grupos de presión como el Cercle Català de Negocis o Femcat, los dos verdaderamente polítizados, con objetivos nacionalistas indiscutibles y de máximos, que intenten sumarse al ya atomizado mapa de representación empresarial de Catalunya logrando como primera medida una fractura total del tejido al que dicen representar.
Gay de Montellà tiene ahora la obligación de liderar ese movimiento sin complejos y sin subordinación a los poderes políticos. Es la patronal que por historia y tradición debe arrogarse la voz del empresariado, con democracia interna pero con firmeza en sus planteamientos. Alguien debe aflorar ese sentir y lo lógico es que sea quien tiene la mayor representatividad. Sin miedo. ¡Qué les acusan de politización! Hombre, tiene gracia cuando esos cantos llegan desde grupúsculos cuya única motivación es justo la que critican.
Diálogo, negociación y pacto. Eso es lo que persigue una gran mayoría del empresariado catalán, el que se sitúa en la zona templada de la sociedad, que es donde acostumbra a habitar desde la noche de los tiempos. Y no está mal. Sobre todo, porque lo contrario es ruptura, animadversión y fraccionamiento. Dudo que haya algún empresario que no suscriba ese eslogan. Y si lo encuentran no será empresario, será otra cosa, seguro.
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TRATAMIENTO SEMANAL DE CHOQUE:
>> Supositorio matinal: Para Artur Mas. La cumbre anticorrupción que convocó esta semana es una auténtica charlotada. Si el President quiere más transparencia lo tiene fácil: que aplique la ley. En serio, sin medias tintas. Todos se llevan ahora las manos a la cabeza cuando Oriol Pujol está en la cuerda floja. Es bien sencillo, menos cumbres y más democracia. O dicho de otra manera, separación de poderes real. Que los jueces investiguen y juzguen, con recursos, agilidad e independencia, y no intenten gobernar. Que el Ejecutivo gobierne, para todos, y no quiera juzgar o evite ser juzgado. Y que el legislativo haga leyes y se preocupe por representar la voluntad popular. No es tan difícil, se llama democracia.
>> Supositorio nocturno: A Leonard Carcolé, director de la Agència Catala de l’Aigua (ACA). A él se le atribuye todo el lío monumental de la privatización de Aigües Ter Llobregat a Acciona y su silencio es cómplice de las sospechas. Pero por si todo ese asunto empresarial y político despierta no pocas dudas sobre su actución, los últimos datos del organismo Transparencia Internacional sobre los procesos de transparencia en la gestión del agua en España sitúan al ente público que dirige en una posición incómoda. La ACA pierde cinco puntos en el ránking español que evalúa la gestión y su transparencia, hasta situarse en el sexto puesto. Después de pasarse meses criticando al tripartito, quizá deba rendir cuentas de su propia actuación al frente de un organismo público tan sensible.