Deterioro institucional en Cataluña
Se están perdiendo las formas institucionales en Cataluña. Todo gobierno de la Generalitat se sustenta en una mayoría parlamentaria. Así es pero resulta que el principal aliado del gobierno convergente es Oriol Junqueras, a la vez oficialmente retribuido como líder de la oposición. Y, además, Junqueras es líder oficial de la oposición y al mismo tiempo, en algunos aspectos, tiene más poder político que el presidente de la Generalitat. Es una situación como mínimo peculiar. Era predecible casi todo lo que está ocurriendo, porque cuando la política es de tan mala calidad, al final todo acaba mal.
Lo más grave, ciertamente, es que el presidente de la Generalitat en algunos momentos se haya manifestado dispuesto a incumplir la ley a gran escala. Es todo muy arbitrario, entre otras cosas porque las formas institucionales le hacen representante de todos los ciudadanos de Cataluña, sean independentistas, miembros de una secta, estén por la Constitución o pertenezcan al partido abstencionista. Ahora estamos en la fase más bien indescriptible de un presidente de la Generalitat que tantea la posibilidad que sus compañeros en el viaje independentista convoquen una consulta alternativa.
Constant decía que las formas son las divinidades tutelares de las instituciones humanas, y son las formas las que impiden la barbarie. ¿Altisonante? Sí, pero del todo cierto. Y tampoco es que Cataluña se encamine hacia la barbarie, pero cuando se pierden las formas institucionales, es muy difícil recuperarlas. No solo porque es más fácil destruir que construir sino porque las instituciones públicas requieren de consenso, de sedimentos y de la luz y los taquígrafos que pedía Maura. En fin, las instituciones públicas tienen el deber de ser inclusivas, y no parece que la Generalitat lo esté siendo ahora mismo.
Movimientos de tan incierta representatividad como la ANC o Ómnium exigen, coartan, protagonizan. La cuota soberanista domina en los medios de comunicación de la Generalitat. ¿Cuándo y cómo dirá Mas en público que no hay consulta posible? Mientras la ANC y Omnium siguen en su campaña para la consulta, Unió e Iniciativa le piden a Artur Mas que se defina sobre la posibilidad operativa y legal de esa consulta.
Se están desmoronando todos los artefactos presuntamente jurídicos que fueron ideados para propulsar o activar una consulta que, como es de todos sabido, no va a tener lugar. Ahora, incluso Mas reconoce que no cuenta con un censo electoral. Hay dos interpretaciones: si no lo sabía, el diagnóstico es de incompetencia; si lo sabía, ha faltado sustancialmente a la verdad. ¿Cómo se puede ni tan siquiera soñar despierto con una consulta sabiendo que no se dispone de la referencia nominal de quienes tengan que votar?
Se podrá pensar que todas inconveniencias valen la pena si el objetivo es una Cataluña fuera de España; e incluso se puede dar la bienvenida a tantos errores porque deshacen el mito de la consulta. Tal vez. Pero ahí quedará el deterioro institucional hasta quien sabe cuando.