Detalles de la operación confinamiento

Las condiciones creadas por la Covid-19 provocan una situación ideal para poner en marcha una operación cuya finalidad es un cambio radical en el sistema

Las condiciones creadas por la Covid-19 provocan una situación ideal para poner en marcha una operación cuya finalidad es un cambio radical en el sistema

Durante las últimas semanas, hemos asistido a una serie de acontecimientos en nuestro país que han acaparado portadas y minutos en todos los medios informativos. Pero estos han sido tratados de forma individual. Pasados unos días, y observando los acontecimientos en su conjunto, el escenario que se nos presenta es cuando menos inquietante. En política, como en casi todos los órdenes de la vida, pocas veces las cosas suceden por casualidad. Y una sucesión de hechos como los mencionados no son la excepción a esta regla.

Las condiciones creadas por la Covid-19 han provocado la situación ideal para poner en marcha una operación cuya finalidad es un cambio radical en el sistema. Sucesos o acciones aparentemente inconexas, si se siguen con atención, tienen un hilo conductor común y una finalidad única.

Comenzaremos con un símil que nos ayudará a comprender el comienzo de todo: el sueño de cualquier comercial o encargado de ventas es disponer de su audiencia objetivo o cliente potencial centrado, fijado en un mismo punto a su entera disposición para poder contarle las bondades y beneficios de su producto. Pues eso es exactamente lo que ha propiciado la expansión de la pandemia por España.

Las medidas de confinamiento adoptadas, que además han sido de las más duras en toda la Unión Europea, han favorecido que la población se convierta en esa audiencia objetivo a la que remitir constantemente los mensajes que el “vendedor” tenía interés en que calaran en ella.

El confinamiento no sólo ha supuesto la imposibilidad de salir del domicilio, sino que como efecto colateral ha roto, o mejor dicho suspendido, en cierto modo lazos afectivos, sociales y familiares, disminuyendo de forma drástica la posibilidad de intercambio fluido de información, contraste de opiniones y en definitiva de interactuar y tener acceso a diferentes puntos de vista.

Puede argüirse, y es cierto, que la sociedad actual, aun permaneciendo encerrados en casa, nos ofrece innumerables posibilidades de acceso a la información. Pero también es palpable que la gran mayoría solo hace uso de aquellos medios que considera afines ideológicamente, y en España son contados los grupos de comunicación cuya línea editorial se aparta significativamente de la oficial.

Cuando entramos en el fondo de los mensajes que se han estado transmitiendo nos encontramos con algo muy interesante. El primero que se ha inoculado hasta la saciedad es el del miedo. Lo importante aquí es distinguir entre lanzar un mensaje de prudencia y precaución e inducir el miedo. ¿Por qué el miedo? En primer lugar porque ocupa el segundo lugar en la base de la pirámide de Maslow. El primero lo ocupan las necesidades fisiológicas básicas como la alimentación.

En nuestro subconsciente, la primera preocupación son esas necesidades. Pero inmediatamente después entra en juego la necesidad de sentirnos seguros en el más amplio sentido de la palabra. Y la amenaza de una enfermedad desconocida y mortal ataca directamente a esa necesidad humana. Por lo que teníamos a una población encerrada, sin la posibilidad de relacionarse, lo cual es un factor que también aporta sensación de seguridad, y con el temor de no tener certeza alguna sobre el futuro inmediato.

Los aplausos de las ocho fueron un acto para nada espontáneo y muy bien organizado

A lo ya mencionado hay que añadir que un gran número de ciudadanos también han visto atacada la base de la pirámide, pues la pérdida de trabajo y el cierre obligado de negocios, entre otros asuntos, arrojaron una incertidumbre insoportable sobre la posibilidad de cubrir esas necesidades básicas.

Justo en ese momento, y cuando por diversos canales comienzan a surgir datos e informaciones que dejaban en entredicho la gestión que por parte del Gobierno se estaba llevando con respecto a la pandemia, el grueso de los medios comienzan a lanzar por un lado mensajes en positivo, principalmente llevando la atención de la población hacia aquellos que estaban luchando contra la enfermedad (se empieza a transmitir una leve sensación de que alguien vela por su seguridad).

El ejemplo más claro lo constituyen los aplausos de las ocho. Acto para nada espontáneo y muy bien organizado. Y por otro lado, a pesar de las abrumadoras cifras de víctimas se evita cualquier imagen de hospitales, salas de espera, de servicios de urgencias y por supuesto de ataúdes. Curiosamente esos mismos medios nos ofrecieron imágenes impactantes de diversos países, pero en ningún momento de España.

Lo relatado hasta el momento no es más que el aprovechamiento de las condiciones propiciadas por la Covid-19. Es decir, la audiencia objetivo confinada, se aprovecha para lanzar los mensajes adecuados a los intereses del Gobierno, se ataca a la base de la pirámide de Maslow y posteriormente, poco a poco se presenta al Gobierno como el único capaz de satisfacer esas necesidades básicas.

Recordemos la insistente campaña con el mantra ‘Nadie se queda atrás‘. Eso no es más que la narrativa para presentarse como los garantes de las necesidades básicas. Pero ningún plan es perfecto, y siempre surgen imprevistos. Y este no ha sido la excepción. Los efectos de la enfermedad, sin lugar a dudas, fueron más allá de las previsiones, la gestión hizo aguas… y eso era munición para que la oposición socavara los apoyos al Gobierno y desmontara parte de lo logrado.

De hecho, durante lo que podríamos llamar el segundo tercio del periodo de confinamiento comenzaron movimientos “espontáneos” de crítica a la gestión de la crisis. Y en este punto cobra especial relevancia el dicho “hacer de la necesidad virtud”. De un modo magistral pero siniestro se ha derivado esa responsabilidad en la gestión hacia un objetivo muy concreto, que no es otro que uno de los pilares de la oposición y crítica al Gobierno: la Comunidad de Madrid.

De repente toda la maquinaria mediática se puso en marcha para resaltar y magnificar los errores de la Comunidad, reales o no, responsabilidad de la misma o no. De nuevo la idea fuerza, muy bien estudiada, ha calado en la audiencia, hasta tal punto que la gestión nacional de las consecuencias de la pandemia, e incluso la del resto de comunidades ha desaparecido casi por completo de los medios.

El objetivo es la Comunidad de Madrid. De este modo se consigue desviar la atención de los gravísimos errores cometidos a nivel nacional y preparar el terreno para asaltar una pieza fundamental en el engranaje de poder. Para terminar de cuadrar el círculo, la situación provocada por la expansión del virus ha proporcionado la ocasión para atacar a otros dos pilares fundamentales de la sociedad y de nuestro sistema, con la misma finalidad: avanzar en un cambio completo de régimen.

Las noticias sobre la Corona han surgido en este preciso momento de un modo totalmente deliberado

Por un lado las fuerzas de seguridad, encarnadas en este caso en la figura de la Guardia Civil y la Fuerzas Armadas. Con la excusa de actitudes desleales se ha puesto en entredicho la actuación de la primera, arrojando dudas sobre la limpieza de su actuación y eliminando a elementos que precisamente se han caracterizado siempre por su lealtad a la nación sea cual sea el color del Gobierno.

Este movimiento ha sido acompasado por una campaña de descrédito, junto con las Fuerzas Armadas, arrojando dudas sobre su compromiso democrático, lanzando acusaciones de movimientos o intenciones golpistas. Algo que a cualquier persona formada le puede parecer una absoluta barbaridad, a la masa crítica, cuyo apoyo incondicional buscan, le puede llegar a parecer factible, provocando un sentimiento de desafección hacia dos instituciones fundamentales.

A ello hay que añadir que señalar a un enemigo externo siempre es una táctica muy efectiva para desviar la atención de las miserias propias. El otro pilar es la Corona. Fundadas o no, las noticias que han sido portada durante las últimas semanas han surgido en este preciso momento de un modo totalmente deliberado.

Se trata de llevar de nuevo la conciencia social hacia el cuestionamiento del sistema actual creando de nuevo desafección hacia la institución más valorada de nuestro país. Se están creando las condiciones para dar el siguiente paso, que no es otro que la propuesta de cambio de régimen. Eso sí, con una pátina de “democracia” en forma de referéndum que evite cualquier duda o sospecha.

En conclusión, estamos asistiendo a una operación perfectamente diseñada al amparo de las condiciones creadas por la pandemia cuyos pasos han sido:

  • Aprovechar el confinamiento y sus consecuencias para lanzar mensajes medidos y estudiados que preparen a la población.
  • Inocular un sentimiento de temor mayor del que habría sido razonable con la finalidad de mantener las riendas en el momento actual o momentos futuros y poder asimismo ofrecerse como único salvador de la situación.
  • Dirigir toda la atención y culpar de todos los errores, propios y ajenos, hacia un objetivo muy claro y concreto, símbolo de la oposición como es la Comunidad de Madrid, para lograr su conquista y destruir la imagen de su partido.
  • Socavar el prestigio de las instituciones más valoradas y que en cualquier circunstancia son los principales garantes del sistema actual.

Evidentemente, no se ha realizado un relato pormenorizado de todas y cada una de las acciones que se han materializado, pues alargaría enormemente esta exposición, pero pensar que todo lo relatado ha sido fruto de la casualidad es cuando menos un ejercicio de “buenismo intelectual” que en las circunstancias actuales es muy peligroso.

España se encuentra en un momento crucial y hay que estar muy atento a todo lo que pueda ir sucediendo en las próximas semanas. No olvidemos que desde el día 21 el Gobierno deja de ser “responsable” de lo que suceda, pasando dicho peso a las comunidades autónomas. Y la conciencia de que un confinamiento es posible está perfectamente asumida por el grueso de la población.

Es claro que tomar esa medida de nuevo afectando a todo el territorio podría ser contraproducente, pero si afectara solo a una parte del mismo, a esa que se ha convertido en el blanco todas las campañas, sería la culminación perfecta de la operación en marcha.