Desviaciones democráticas
La cuestión central que debemos preguntarnos es si es asumible el secreto en un gobierno democrático
Un Estado se funda con principios y se mantiene con secretos. La Historia se escribe en el secreto y nosotros somos el producto de los intereses de ese poder invisible. Es un poder que escapa a la luz y respira oculto en la oscuridad.
Las escuchas a dirigentes políticos conseguidas por el sistema de vigilancia Pegasus muestran la gestión de la información dirigida contra unos ciudadanos y en beneficio de otros.
Si tienes un martillo acabas dándole al clavo y si tienes un sistema de escuchas que desborda todo sistema de seguridad acabas escuchando la conversación de los otros.
Todos los gobiernos del mundo tienen servicios secretos, lo que indica que es posible saber lo que el resto de ciudadanos ignoran. Un encuentro casual con un desconocido al que están vigilando te puede conviertir en sospechoso.
Secretos y secretos
La diferencia entre un secreto y un secreto de estado es que el primero es un derecho de los ciudadanos y el segundo es una prerrogativa que se da a sí mismo el estado para defender sus propios intereses.
Lo que escandaliza no es solo el hecho de que una democracia pueda convivir con estas prácticas, ya sean realizadas por los servicios secretos o por empresas privadas, sino la constatación e incluso la certeza de que el escándalo desvelado se hace público porque es útil a alguien y no a la verdad como causa.
El caso Torrent
Lo más importante y urgente es saber quién y por qué se han hecho seguimientos ilegales al presidente del Parlament de Cataluña, Roger Torrent, y al exconsejero de Exteriores del Gobierno catalán Ernest Maragall. Pero también cabe preguntarse: ¿Por qué ahora se desvelan unos hechos acaecidos en abril y mayo del 2019? ¿Ha sido el Estado el que lo ha realizado o promovido?
La conjura que se presiente tras las escuchas ilegales no es para saber la verdad, sino para lesionar los intereses de los ciudadanos y sus objetivos políticos. El juego de espejos es tan complejo que se hace difícil saber qué realidad refleja.
Durante muchos años, en Italia se dio una fatal coincidencia de objetivos entre el poder invisible del Estado, que denunció en 1980 el filósofo Norberto Bobbio, y el poder invisible del anti-Estado.
Podemos constatar que cuando algo se pudre es imposible que no contamine el aire que respiramos. La cuestión central que debemos preguntarnos es si es asumible el secreto en un gobierno democrático. La importante ahora es saber quién es el responsable de las escuchas para alejar cualquier sombra de duda sobre el Estado español.