Después de México, a por China: claves de la estrategia de Trump
Tras el acuerdo con el país azteca, Donald Trump enfoca su política de estrategias irresponsables y arriesgadas hacia China
Los gobiernos de EEUU y México alcanzaron, después de más de un año de negociaciones, un acuerdo bilateral en materia comercial que podría sustituir al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA en sus siglas en inglés).
Habiendo pausado la escaramuza comercial contra la Unión Europea, parecía que el presidente Trump no tendría ningún interés en inquietar a los mercados y causar más daños a los agricultores de EEUU a menos de dos meses de las elecciones legislativas, en las que los expertos sitúan la probabilidad de que los demócratas recuperen el control de la Cámara de Representantes en por lo menos un 70%.
Más del 80% de los votantes republicanos siguen creyendo en Trump
El 6 de noviembre también se renueva una tercera parte del Senado, se eligen gobernadores de diversos estados y todas las cámaras legislativas de los cincuenta estados. Los demócratas, especialmente su ala más progresista, confían en una ola que incluso les otorgue una mayoría en el Senado, dónde la mayoría republicana es de 52 a 48.
Pero el entusiasmo de los demócratas se estrella contra la realidad de que más del 80% de los votantes republicanos sigue creyendo en Trump.
En un mundo en el cual las redes sociales facilitan un seguimiento sesgado de las noticias, los que criticamos a Trump también debemos saber que la base que apoya al magnate se mantiene en el 40% de la población.
El presidente está nombrando a numerosos jueces conservadores y probablemente conseguirá que Brett Kavanaugh se convierta en el segundo juez del Tribunal Supremo que ratifica el Senado en su mandato.
Ningún presidente de la historia de EEUU ha sido destituido por impeachment
Debido al estímulo aportado por el recorte de impuestos de diciembre de 2017 y al excelente cuadro macroeconómico que heredó Trump, en EEUU no hay desempleo (el paro está en el 3,9%), los salarios siguen su lento pero sostenido ascenso y el crecimiento del PIB podría alcanzar el 3% este año, después del 2,3% registrado en 2017.
El fiscal especial Robert Mueller ha logrado la admisión de culpabilidad (por mentir al FBI, no registrar actividades de lobbying para otros países) de asesores del presidente como George Papadopoulos, su ex abogado Michael Cohen, el ex asesor de seguridad nacional Michael Flynn y el ex director de campaña Paul Manafort.
Dichos personajes cumplirán penas más o menos largas, pero no parecen capaces de suministrar a Mueller pruebas irrefutables de que el presidente personalmente ofreció algo concreto a Rusia a cambio de la difusión de los emails de Hillary Clinton y la campaña demócrata.
Incluso aunque lo lograra, un presidente no puede ser enjuiciado, sino solamente sometido al proceso del impeachment, que para destituirle exige una inasequible mayoría de dos tercios en el Senado.
Ningún presidente en la historia de EEUU ha sido destituido mediante el proceso del impeachment.
Nixon dimitió cuando el Tribunal Supremo ordenó la entrega de las cintas que demostraban su obstrucción del robo de datos en el Watergate, e incluso los Republicanos hubieran votado con la mayoría Demócrata en el Congreso para expulsarle.
La estrategia económica arriesgada de Trump
Por consiguiente, Trump se atreve a desafiar a China con la imposición de aranceles por valor de 200.000 millones de dólares porque cree que los acuerdos comerciales alcanzados con Corea del Sur y México demuestran el éxito de su estrategia negociadora.
También confía en la solidez de la economía y, como durante toda su vida, hace apuestas muy arriesgadas y desestabilizadoras que cree que podrá ganar mediante una combinación de presión, palos (aranceles), alguna zanahoria (los nuevos acuerdos) e improvisación.
La economía internacional lógicamente es mucho más complicada que el mundo inmobiliario. Aunque sufre por la colaboración de Manafort y Cohen con Mueller, Trump gestiona bastante bien las consecuencias de su comportamiento personal y político temerario.
Trump arriesga pérdidas bursátiles con los 200.000 millones en aranceles a China
El acuerdo con México ha elevado el porcentaje de piezas de vehículos que deben proceder de EEUU o México del 62 al 75%, exige también que los vehículos sean fabricados en un 40% por trabajadores que ganen como mínimo 16 dólares por hora y elimina el sistema independiente de resolución de disputas entre inversores y gobiernos.
La concesión positiva de Washington ha sido que el tratado tenga una vigencia de 16 años. Si Canadá no se suma al acuerdo, se necesitarán 60 y no 51 votos en el Senado de EEUU para su ratificación, pero sólo los expertos conocen dichos detalles en el ambiente politizado de la campaña de las legislativas de noviembre.
Por todos dichos motivos, Trump arriesga más pérdidas bursátiles con los 200.000 millones de dólares en aranceles sobre China, una cantidad cercana al déficit comercial de la primera economía mundial con la segunda en 2017 (375.000 millones de dólares).
Debido al estímulo fiscal y el aumento de tipos de interés en EEUU, el capital fluye hacia EEUU y los índices bursátiles de EEUU aún se apuntan subidas en 2018 — 5,2% el Dow Jones – mientras el de Shanghái ha perdido un 23%.
Si mantiene la tregua con la UE y Canadá acaba sumándose al tratado México-EEUU, el presidente quizás calcula que sus agricultores sólo perderán parte del mercado chino. A pesar de las escaramuzas, las exportaciones de China a EEUU hasta finales de julio ascendieron a 222.000 millones de dólares, generando un déficit para EEUU proporcionalmente mayor al de 2017.
Trump apelará al patriotismo de las empresas importadoras para que no trasladen los mayores aranceles aplicados por China, la UE y Canadá a los consumidores. Es una estrategia irresponsable y arriesgada que provoca incertidumbre. Pero las elecciones de noviembre dirimirán si tiene posibilidades de prosperar a medio plazo.