Desobedecer las leyes (injustas)
Ada Colau, alcaldesa in pectore de Barcelona, ha soltado en una entrevista que «si hay que desobedecer leyes injustas, se desobedecen». Como utiliza una construcción impersonal, no sabemos quiénes van a desobedecer esas leyes ni quiénes van a decidir si son justas o injustas. ¿Ella? ¿Sus 11 concejales? En todo caso, resultan unas declaraciones cuanto menos curiosas en boca de la persona que pretende ser la representante de todos los ciudadanos de Barcelona.
Para empezar, un Estado de Derecho se basa, justamente, en el cumplimiento de las leyes, unas leyes que no aparecen por gracia divina o por ciencia infusa, sino que las dicta el poder legislativo y es el poder judicial quien determina si son justas o no.
Si bien es cierto que la separación de poderes en España deja mucho que desear –se trata, sin duda, de uno de los aspectos de regeneración democrática más urgentes– eso no quita que la llamada a la desobediencia civil por parte de la máxima autoridad del Ayuntamiento sea un auténtico dislate.
Estas leyes «injustas» que pretende saltarse a la torera han sido aprobadas por representantes elegidos democráticamente por un número mayor de votantes que ella, ya se refiera a la Generalitat de Cataluña, al Gobierno español o a la Unión Europea.
Cabe recordarle que, por ejemplo, en Barcelona suele haber mayor participación en las elecciones generales que en el resto. A modo de ejemplo, en las pasadas elecciones nacionales de 2011, el 68,6% de los barceloneses depositaron su voto en la urnas frente al 60,61% que participaron el pasado 24 de mayo en las municipales.
Si se le ocurre argumentar, al estilo de sus amigos secesionistas, que la legitimidad democrática pasa por delante de la legalidad, resulta difícil sostener que ella, con menos votos, tenga más legitimidad que otras opciones políticas.
En una democracia representativa como la nuestra, de la misma forma que sucede en la mayoría de las democracias de nuestro entorno, las leyes se aprueban con los votos de la mayoría. Si a la señora Colau y a sus amigos una ley no les gusta o les parece terriblemente injusta, tienen que hacer lo posible para cambiarla.
Pero claro, eso implica pensar, preparar mociones y enmiendas, conseguir mayorías… ¡uf! demasiado trabajo, debe de creer. Mejor cortar por lo sano y decidir cumplir las leyes a la carta, según sean de su agrado o no. Eso tiene un nombre y no es demasiado bonito, la verdad. Más allá de eso, si una gobernante decide que las leyes injustas han de ser desobedecidas, abre la puerta a que sus conciudadanos hagan lo mismo.
Si ella no cumple las leyes de, es un decir, la Generalitat, ¿por qué los demás hemos de cumplir sus normas? Los vecinos de Les Corts, por poner un ejemplo, pueden decidir democráticamente en asamblea y por unanimidad que les parece injustísimo pagar el IBI así que, siguiendo la lógica Colau, están legitimados a desobedecer.
Después de todo, allí no ha ganado Barcelona en Comú así que, de la misma manera que a ella le parece la mar de normal ignorar leyes que están por encima del Ayuntamiento, los habitantes de Les Corts pueden pensar que también son injustas las normas que dicte la alcaldesa.
En este país ha costado mucho tener una democracia consolidada para que ahora vengan autoridades locales dispuestas a cargarse nuestro sistema porque creen estar por encima del bien y del mal. En una democracia que se precie como tal, las leyes se cumplen o se reforman pero no se incumplen porque, de lo contrario, si cada gobernante de turno decide las que se deben cumplir y las que no, esto se convierte en la Ley de la Selva. No en vano en ningún país se han tragado lo de la legitimidad por encima de la legalidad que les han intentado vender Mas y compañía.
Ada Colau ha ganado las elecciones con un 25,21% de los votos, es decir, un cuarto del censo. Si a eso sumamos la abstención, el resultado es de, aproximadamente, el 15%. ¿Y cómo es posible que habiendo recibido el respaldo de tan solo 15 de cada 100 barceloneses esté en condiciones de convertirse en autoridad para todos tanto si la han votado como si no?
Muy sencillo, porque así se establece en las leyes y nos parezcan justas o injustas, esto es lo que hay. Con el 15% de los votos tendrá legal y legítimamente la capacidad para gobernar la ciudad, pero solo si respeta las leyes, esas misma leyes que la convierten en alcaldesa y que, además, deberá prometer cumplir y hacer cumplir si quiere acceder al cargo. ¿O es que estará cruzando los dedos mientras lo hace?
Si Colau quiere ser alcaldesa, tiene que ser la alcaldesa de todos, no solo de los que piensan como ella. Eso pasa, en primer lugar, por acatar las leyes de instancias superiores que han sido aprobadas porque una mayoría así lo ha decidido. Que un representante electo manifieste públicamente que está dispuesto a saltarse las leyes es un despropósito y habrá que ver qué otros partidos políticos le da su apoyo. ¿Tal vez el PSC? Si es así, está empezando a cavar su propia tumba.