Desescalada económica
No conocemos aún la vacuna contra el virus pero conocemos la vacuna contra la crisis económica: acceder cuanto antes a las ayudas europeas
A medida que la crisis sanitaria va lentamente declinando, va aumentando la crisis económica. La situación económica de España refleja lo vulnerables que somos como país y la imperiosa necesidad de agilizar la ayuda de la Unión Europea en todas sus opciones.
Mientras los Estados se ven asediados por los demonios del pasado, como la defensa a ultranza de su soberanía o el miedo a perder el control del orden social por culpa de los populismos, la Unión Europea se eleva sobre ellos para establecer cómo y de qué forma se debe conducir la crisis económica en Europa.
En su ensayo El Dios ausente Germán Huici destaca el poder del capitalismo sobre nuestras vidas: “Al fin y al cabo, si todo lo que nos rodea esconde un número, tiene sentido que todo sea susceptible de tener un precio”. La escalada económica que estamos iniciando llevará a preguntarse si tiene mucho sentido discutir si nos encontramos ante un rescate económico o una ayuda condicionada.
El momento de pedir ayudas
Es muy positivo que España se acoja a las ayudas de apoyo al empleo que habilita la Unión Europea pero debería acelerar la petición de las ayudas disponibles del MEDE que la ministra Nadia María Calviño no quiere aún utilizar.
Si todo tiene que tener un precio, es mejor pagar rápidamente el desgaste de una parte de la opinión pública. Acceder sin más demora a las ayudas europeas es mejor que quedar atrapado por el orgullo y el miedo a que relatará la historia el hecho de que fuimos, una vez más, ayudados desde Bruselas.
No es momento para actos de soberanía mal entendida, ni de cálculos políticos, ni de fotografías más o menos vendedoras de los éxitos de la gestión española en Bruselas. Es más urgente atender al bolsillo de la gente y a su calidad de vida y no mantener la ilusión de que estamos aún en una fase de negociación con los países europeos.
20 años de contradicciones
El gran laboratorio de Europa que han supuesto estos primeros 20 años del nuevo siglo nos muestra hasta qué punto hemos agotado las energías y recursos en iniciativas políticas que ahora nos parecen menos decisivas y necesarias que cuando las vimos emerger desde los gobiernos, como el proyecto de cambio de sociedad que quiso impulsar Syriza en Grecia, el procés en Cataluña y los intentos de la Liga Norte o en los países escandinavos para radicalizar mensajes políticos nacionalistas.
Veinte años llenos de contradicciones donde, al mismo tiempo, ha surgido un nuevo nacional populismo para recuperar la unidad territorial y se ha tomado conciencia política del deterioro medio ambiental.
Ahora que la política se ve alterada por cuestiones éticas, técnicas, científicas y culturales que sobrepasan sus posibilidades de comprensión es el momento de saber los instrumentos que tenemos a nuestro alcance para reducir los efectos de la crisis del Covid-19.
La economía, poner en marcha el consumo, es el único campo donde el gobierno español puede agarrarse para poder salir de la crisis. Sin recursos económicos, sin el dinero de Europa, no se podrán poner en marcha políticas que amortigüen y detengan la caída de las economías nacionales y domésticas.
No conocemos aún la vacuna contra el virus pero conocemos la vacuna contra la crisis económica: acceder cuanto antes a las ayudas europeas.