Descubriendo de nuevo a los Reyes Magos. ¡Frustrante!
No negaré que en estas últimas semanas he recibido un montón de críticas, algunos insultos, desde los sectores más radicales del nacionalismo. Según parece en estas fechas – sólo hace falta leer La Vanguardia – lo políticamente correcto es loar al President Mas y su labor.
El resto somos como mínimo fachas, candidatos a escribir en La Razón –por decir un diario que está en la diana del independentismo–, o directamente somos unos perfectos ignorantes y vendidos a España. Les confieso que alguna cosa más grave me han dicho.
La conversión al independentismo de Mas por las presiones del ala radical liderada por el presumible futuro imputado Oriol Pujol – ya avanzada en esta columna antes que el propio President lo supiera – ha creado una cortina sobre su gobierno en estos dos años.
Todo el pasado –escasamente dos años– parece olvidado, y ahora sólo cabe centrarnos en dos puntos. Uno se relaciona con «el España nos roba», y el segundo afirma que una Catalunya independiente es viable.
Argumentar en contra de estas dos líneas pseudo oficiales es casi un delito. Sólo hay que ver el gran escándalo provocado por las declaraciones del empresario José Manuel Lara, constatando algo que muchos dicen en privado, pero que le ha llevado al altar de las críticas.
Curiosas muchas de ellas, porque simplemente instan al insulto barriobajero, y algunas se basan en fantasías como las de un tal Cercle Català de Negocis, que tiene como gran mérito haber cesado, en el 2010, a su presidente por no apoyar una candidatura política concreta. Vamos ¡gente independiente!
Pero lo más curioso es que el mismo día en que el President Mas proclama su amor a la independencia, pide al mismo tiempo y por detrás el rescate a España. Esto es como alguien que te roba en la calle, y luego vas a su casa a pedirle un crédito. Ya saben las grandes cosas de la política catalana.
Son aquellos que se ufanan estos días en liquidar “la puta y la ramoneta” (historia también citada en columnas anteriores), pero que por lo visto es algo que está inyectado en vena en la sangre de algunos líderes.
Y hablando de líderes. Si alguien habla estos días es Duran Lleida. Y habla fuerte con su silencio. Esto es simplemente la confirmación de que perdió el poder contra el ala radical en aquellas reuniones de hace unos meses. Pero Duran no acostumbra a jugar a corto, e igual que apostamos en su momento en que Mas iría camino de la independencia, y sería devorado por ella –y él lo sabe– Duran Lleida cree que él será el próximo líder una vez liquidada la aventura de Mas.
Decimos cree, porque la verdad es que esta historia no tiene visos de tener una solución previsible. Nadie debe dudar que Mas será devorado –insistimos, él lo sabe–, pero quizás el lodo arrastre también a Duran, y desaparezca de la escena política para siempre.
Pero regresemos de los líderes a lo terrenal. Volvamos al segundo punto clave de la historia. ¿Es viable una Catalunya Independiente? Si nos basamos en los medios oficiales, ese es el mensaje trasmitido a diario. La verdad es que desconocemos si lo afirman por afán, por voluntad, por necesidad o simplemente por ignorancia. Esto es como una partida de ajedrez, en la que son tantas las variantes que se hace difícil saber el camino por el que se seguirá.
Hay algunos hechos incuestionables. Por un lado las decisiones: ¿Qué dirección tomará la Unión Europea en caso de declaración unilateral de independencia?, ¿qué decisión tomaría España?, y ¿qué camino tomarían aquellos catalanes –soy de los que piensa o pensaba, como Jordi Pujol, que catalanes son todos los que viven en Catalunya– que están en contra de la Independencia? Ninguna de estas preguntas tiene una respuesta clara, por mucho que algunos quieran ver en opiniones de terceros una representatividad de algún conjunto.
Y esas decisiones –imprescindibles a día de hoy– son claves para conocer la viabilidad de Catalunya.
Pero además de las determinaciones –siempre importantes– hay que mirar las cifras. Y aquí hay dos cifras que no engañan. Cualquier estado independiente debe endeudarse y la calidad de la deuda catalana está en el bono basura. Sin opción de financiar la deuda, podemos tirar de los bonos patrióticos –recuerden que son aquellos bonos que ahora debemos refinanciar porque no hay dinero para pagarlos–, pero en general tendríamos un futuro negro.
Siempre nos quedaría vender el país a terceros –es una de las infinidades tonterías que he oído estos días– ya fuera con la conversión en un paraíso fiscal, o dejando el país en manos de los chinos. Hay que tener en cuenta que quien aboga por estas alternativas considera que España estará peor …
Ya me dirán por qué no compran el resto de España. Es más extenso y supongo que más barato.
La otra cifra es la deuda actual de Catalunya. Asumamos, además, que en el mejor de los casos, con una salida pacífica de España se debería asumir una parte de la deuda del Estado. Sumen una y otra. Es decir, volveríamos a requerir financiación para poder atender los pagos. Y seamos francos, iniciar la independencia en bancarrota no es la mejor de las opciones.
Los optimistas, sin embargo, –sorprenden algunos economistas que demuestran por qué fueron incapaces de predecir la crisis– afirman que en la coyuntura actual, (supongo que entienden que la salida sería pactada, de acuerdo con la UE, sin asumir deuda de España, con una calificación positiva de la deuda en los mercados), todo es posible.
Claro, desde la premisa de que las empresas internacionales invertirán aquí, al margen de Planeta, eso sí, que se irá. El resto de empresas no sólo se mantendrán fieles sino que aumentarán sus ventas, y la verdad es que yo creo que a este paso hasta los Reyes Magos ya no serán los padres (espero que los menores no lean esta columna).
Señores, al final uno trasmite confianza – cuando no manipula – a través de su historia y su pasado. Yo por experiencia siempre comento que uno se puede equivocar, puede tener errores, puede gestionar mal, o hasta ser un ignorante, pero lo que nunca puede hacer es aprovecharse económicamente del mal de los demás.
Tenemos un Govern que, simplemente, ante la falta de recursos se ha inventado esta historia sin más valor que esconder, bajo la alfombra, sus limitaciones. Fíjense que hasta parece que Artur Mas retrocede, por el miedo que le produce el camino que ha tomado. Pero es tal la farándula que se ha montado que ya no hay tiempo para ese retroceso. Y guste o no guste – aunque les sorprenda, a mí me apetece vivir un momento histórico como la independencia de mi país – el camino no tiene vuelta atrás.
Algunos abrazarán la independencia desde la integridad, otros desde la venganza, otros desde la incertidumbre y otros desde la curiosidad. Pero, ¿saben qué es lo peor? Que estamos haciendo historia, pero no hay ningún personaje brillante. Son todos títeres mediocres a los que esta historia les va, ya no grande, sino que se les escapa a su capacidad. Como hemos dicho más de una vez, estamos haciendo historia, pero esperamos que no se conozca a este período como a otro que aparece en los manuales de literatura de otros tiempos. Esperamos que no nos demos a conocer como los que vivieron una nueva Decadencia.