Desahucios. El reto de la subasta inversa
Algunos medios han decidido dar voz a los desahuciados y a las plataformas que los apoyan en las últimas semanas. Aunque es un mal que afecta a la sociedad desde hace mucho tiempo, no ha sido hasta ahora que se han hecho más públicos, que han aparecido de forma generalizada en los medios.
Escuchamos que la clase política, atendiendo a la gravedad de la situación, puede aprobar una normativa urgente en estos días. Por lo oído hasta ahora, no sería más que un nuevo brindis al sol de una clase política totalmente alejada de la calle. Se habla de implantar una moratoria y otros parches totalmente parciales que sinceramente no van a servir de mucho.
Además, aunque suene duro, beneficiará a unos pocos, mientras otros seguirán al borde del precipicio. Lamentablemente, uno se pregunta si tiene más derechos un ciudadano en paro que deja de pagar su hipoteca, o uno que lo paga sin ahorrar un euro, y que apenas sobrevive en la sociedad actual. Dura reflexión, pero necesaria. Si algo ha demostrado la sociedad es que está harta de soluciones parciales y ahora la política, en mayúsculas, debe demostrar alguna capacidad de reacción.
Como saben, actualmente un banco ante un impago, y tras un proceso relativamente corto, procede a la ejecución de la propiedad. Una vez ejecutada, se produce la subasta. Ésta en general, queda desierta, quedando adjudicada al banco por un porcentaje entre el 50-60%. Es decir, un 40% de margen sobre el precio que ellos mismos marcaron –la tasación–. Siendo indiferente si el deudor debe el 10% o el 90%. Sin lugar a dudas, una ley bastante lamentable, donde un valor marcado por ellos mismos –la tasación – parece quedar “injustamente” en entredicho.
Decimos “injustamente” porque si algo hemos aprendido los que llevamos muchos años en esto es que el presente siempre viene marcado por tu trayectoria pasada. Curiosamente, los bancos que usan compañías de informes como Asnef, Rai o Cirbe se olvidan de su propia historia, de sus tasaciones. Si todos hemos de asumir el pasado, que menos que los bancos que reciben fondos de todos, asuman el suyo.
Por ello, ya que los bancos han sido rescatados, y mantenidos por todos, se deberían articular algunas medidas, no de pena como las que se oyen sobre moratorias, sino rotundas y consecuentes. En ese sentido para los desahucios deberíamos plantear lo que denominaríamos la subasta inversa. Pero ¿qué es y en qué consiste la subasta inversa? y ¿a quién va dirigida?
Lo primero y básico. Va dirigida a todo aquel, sea particular o empresa, que tenga una hipoteca. Es injusto, aunque socialmente sea un drama, que se cree una doble velocidad en las ejecuciones, según el estatus social de cada uno. Duro, muy duro, pero claro muy claro. Una clase baja basada en moratorias artificiales y una clase media sumida en obligaciones mensuales. Todos iguales, no unos menos que otros.
Una vez definido a quién, deberíamos explicar el qué, y qué mejor que un ejemplo. Si el banco consideró un precio equis, una tasación, un valor “real” en su momento, es decir el 100%, deberíamos aplicar la obligatoriedad de aceptar la dación de pago para casos con cuotas pendientes inferior al 90% de la tasación. Es decir, si en una subasta actualmente se adjudican la propiedad con un margen del 40-50% sobre el precio de tasación, en la denominada subasta inversa, este margen deberíamos reducirlo a un 10% sobre el precio de lo pendiente. Un margen más que aceptable en estos tiempos. Obviamente hablamos de cuotas impagadas, no de la suma de intereses o mora.
En esos casos, cualquier ciudadano o empresa debería poder dar en pago su propiedad al banco, ya sea el bueno o el malo, a cambio de su carta de finalización de hipoteca. Es obvio que muchos ciudadanos verían en ese momento una liberación de sus responsabilidad, e incluso el mercado de alquiler subiría con fuerza. ¿Los bancos?, ya tendrían más casas para su banco malo. Fuera ironías. Deben tener unas obligaciones y responsabilidades por recibir dinero de todos a tan bajo interés. Contablemente, además, esa adjudicación implicaría un mínimo del 10% de margen sobre su tasación. Juguemos con sus cartas.
Todo, además, y esa sería la clave, sin la necesidad de pasar por los juzgados. Esto los liberalizaría para temas más trascendentes. Imaginemos la cantidad de juzgados que aligerarían su carga, si esta política fuera de obligado cumplimiento para cualquier banco en España. Cualquier ciudadano con una deuda inferior al 90% de la tasación podría entregar su casa en su banco de forma directa. Esta entrega debería tener una penalización, por ejemplo, un período proporcional sin opción a solicitar una nueva hipoteca e incluso sin opción a pedir créditos. Aquí sería hasta más fácil que el “donante” se incorporará a un registro central para evitar nuevos endeudamientos. Obligaciones por concesiones.
Los bancos, que son unos tipos hábiles, a mí hasta a veces me resultan tipos simpáticos y la verdad creo firmemente –al más alto nivel– que están interesados en buscar una solución, podrían articular una serie de pactos –un alquiler contra el banco durante un periodo– por lo que no sólo tendrían la propiedad a su nombre. Además, recibirían unos ingresos mensuales. Obviamente todos sabemos que los bancos no son inmobiliarias, pero, o aceptan el tema o se corta el flujo y caen.
En este escenario idílico quedarían dos escenarios complejos. Por un lado, aquellos que tienen una deuda superior al 90% de la tasación y, por otro, aquellos que en el caso de acceder a un alquiler directo incumplieran sus obligaciones. No hace falta decir que dejarlos en la calle es una solución dura, pero tampoco podemos tener un país con responsabilidades y sin obligaciones. Aquí deberían actuar los servicios sociales porque la verdad hay casos que claman al cielo.
Hace poco me explicaban el caso de un desahucio donde la madre, aun sabiendo el inicio del proceso de ejecución hacía meses, volvía a quedarse embarazada aún teniendo ya tres hijos. Hay que lograr una sociedad justa, pero también hay que evitar los abusos. Y está claro que todo el mundo puede quedarse embarazado si así es su ilusión, pero también está claro que la sociedad no puede mantener a personas que no entienden que el bien personal parte del bien común.
En definitiva, todo esto son brindis al sol. Conociendo al Gobierno y a la oposición lanzarán cual órdago mediático –ya saben dirán que se han llamado y que han convocado reuniones de urgencia preocupados por el tema– para salir del paso. Pero eso no es más que un nuevo parche, y nunca es una solución final. Lamentablemente es algo que la política de este país nos tiene acostumbrado desde tiempos inmemoriales. Con todos los respetos, no vemos a Rajoy en la coyuntura y firmeza de dar pasos firmes como la subasta inversa. Simplemente harán lo que ellos creen políticamente correcto. Y ojalá me equivoque.