Dermoestética: el timo de la estampita

La CNMV ha autorizado la opa de exclusión de Corporación Dermoestética. La promueve el presidente y máximo accionista José M.ª Suescun, a fin de hacerse con el 40,9% del capital que se mueve en bolsa. Ofrece a los socios minoritarios la miseria de 0,33 euros por acción.

Es de recordar que esta red valenciana de centros de intervenciones estéticas se estrenó en el parqué en el verano de 2005, a 9,10 euros por título, con un disparatado “per” de 207 veces el beneficio consolidado. Ello significaba tasar la compañía entera en la bonita cifra de 360 millones de euros. A la sazón, Suescun justificó la delirante valoración en las formidables expectativas de crecimiento que encerraba la casa, en particular su incipiente desembarco en Italia, que según dijo iba a generar opíparos beneficios.

Con la salida a cotización, el dueño de la firma propinó su particular pelotazo y se embolsó cerca de 70 millones de euros. Pero nada de lo prometido se cumplió. Al poco de saltar a la bolsa, Dermoestética entró en números rojos. Ya no los ha abandonado; el saldo global arroja un quebranto de 74 millones.

Los ahorradores seducidos por Suescun han perdido el 96% de su inversión. El balance de este desastre para Suescun es que vendió una parte de la compañía por 70 millones y ahora la recupera con un desembolso de 2,7 millones. Dermoestética ha resultado ser una vulgar tomadura de pelo, algo bastante parecido al vetusto timo de la estampita.