Del ‘Pasapalabra’ al ‘Pasa-la-fase’
Mientras soñamos con el paso de fase en la desescalada no dedicamos nuestro valioso tiempo a pensar en banalidades como las crisis sanitarias y económica
Un concurso recorre España, que hubiera escrito Vladimir Ilich Ulianov, más conocido como Vladi por su señora madre, y que atendía por Lenin en la oficina.
Es el fantasma de Pasapalabra, el concurso televisivo de masas que tras años de litigios entre los dos principales grupos de comunicación del país, vuelve a las parrillas televisivas para gozo y deleite de espectadores, concursantes y sobre todo de los directivos de la cadena ganadora del colosal pleito.
Mientras los comentaristas políticos observaban con pasión entomológica los detalles del acuerdo PSOE–Ciudadanos para aprobar el último estado de alarma, sacando por cierto conclusiones fantasmagóricas, la España real contenía el aliento ante la vuelta de su programa favorito en horario estelar.
No es para menos, en un país deprimido, encerrado, sin fútbol y sin quinielas, la vuelta del mítico rosco supone para la mayoría de la población un gozoso placebo, que si no supone la vuelta a la normalidad, al menos se le parece bastante.
Un país de concursos
Somos un país de concursos televisivos, desde el mítico 1,2,3 hasta las votaciones por sms en Operación triunfo (donde siempre llegaba más allá de su talento algún canario fruto de la insularidad convertida en sufragio telefónico), pasando por el exquisito Saber y ganar del inmortal -nunca mejor dicho- Jordi Hurtado, a los españoles siempre nos ha enloquecido apoyar al concursante de nuestro pueblo y hemos sentido un gozo malévolo cuando el del pueblo del al lado se equivocaba con la H de Huelva (rovincia en la que nació el famoso poeta autor de Platero y yo).
Sabedor de esta querencia y ante la falta de incentivos concursiles que llevarnos a la boca, el Gobierno de nuestro país, siempre atento a las necesidades reales de los españoles, ha instaurado su propio Pasapalabra para nuestro solaz y disfrute.
En este caso en lugar de Pasapalabra, la cosa se llama Pasa-la-fase y su leit motiv, a falta de roscos que adivinar, consiste en mantener en vilo a Comunidades Autónomas y provincias antes de anunciar cuáles de ellas pasan a la siguiente fase de alivio de la pandemia que nos asola.
Son dignas de verse las peleas en los grupos familiares de whatsapp sobre qué provincia lo merece y cuáles no superan los ignotos baremos en los cuales se basa el Gobierno para decretar paseo, terraza o playa.
Son dignas de admirar las conversaciones balcón a balcón tras este arbitrario sorteo para definir quién gana y quién pierde en estos crueles “juegos del hambre”:
– ¿Tú crees que esta semana pasamos?
– Mi primo, el que trabaja de conserje en el ministerio de Educación me ha dicho que no, pero cualquiera sabe.
– Ya verás como nos quedamos otra semana sin subir de categoría,
– Parecemos el Atleti, macho.
Y así, mientras semana a semana nos acostamos por las noches pensando en el soñado paso de fase y en esa quiniela de 15 que seguro nos va a tocar, no dedicamos nuestro valioso tiempo a pensar en banalidades como la gestión de la crisis sanitaria, la crisis económica que tenemos encima y los casi 30.000 muertos que llevamos a nuestras espaldas.
– Niño, dáme un décimo de Navidad, pero que termine en 13
– ¿La bonoloto no la echa esta semana, Don José?
– Mañana paso otra vez, que seguro que esta noche nos toca pasar a fase 3
– Eso, que se jodan los murcianos.
No sé si me explico…