Del mitin de Rajoy en las alcachofas a la traición de Zapatero
No tenía noticia de ningún político en el mundo pronunciando un mitin en un campo de alcachofas. Un paisano iba deshojando la alcachofa –sabido es que hay que trabajar mucho para llegar al ansiado cogollo-. El tallo y el corazón son tiernos y sabrosos. Las hojas solo las chupan los franceses y es imprescindible, conforme se pelan, ponerlas en agua con limón para que no se pongan negras. Rajoy, mientras, observaba como si asistiera a una demostración en la Organización Europea para la Investigación Nuclear comúnmente conocida por las siglas CERN, con bosones y otras partículas elementales. Pasados unos segundos, en medio del campo de alcachofas, sentenció: «es increíble que estas alcachofas vayan a todos los rincones del mundo«. Fin de la cita.
El presidente en funciones o de vacaciones, está haciendo una campaña como en los mejores tiempos de don Manuel Azaña, hasta el punto de que varias editoriales se discuten los derechos de la primera edición de sus discursos políticos, editados en tapa verde. Sabemos que se encuentra en forma, que está dispuesto a seguir al mando y que ha pedido concentrar el voto para impedir experimentos desde un partido que le adora y que es lo mejor para España.
Tras distraerme unos minutos poniéndome en la piel del editor que recopilará los mejores discursos de nuestro presidente, retomo la campaña.
La cosa está así. Mariano está fuerte y dispuesto a seguir al mando de esta nave que se llama España otros cuatro años más.
En Génova están rezando para que José María Aznar siga callado el resto de la campaña. Un número importante de próximos votantes del PP están dispuestos o, a lo mejor encantados, con que el líder del PP deje de serlo y se produzca la investidura de otro presidente de gobierno.
Sacarle jugo informativo a esta campaña electoral requiere un esfuerzo terrible de ingenio. Pero lo mejor de todo son los vídeos. El último que he visto me ha dejado patidifuso. Una niña adolescente. Pija, pija, pija. En un piso amueblado por El Corte Inglés, rubia, pecosa, con cara de escocesa, siseando, nos ha contado que su abuela es lo mejor del mundo. Su abuela, solo con mirarla a los ojos sabe si le pasa algo. Su abuela tiene setenta años y se siente «viejoven», es la persona más sabia que conoce la chiquilla. Y por supuesto vota al PP.
En Bruselas nos siguen llamando la atención por el déficit y las promesas imposibles de bajadas de impuestos de Rajoy. Pero el presidente se siente fuerte. Y eso es lo que importa. A fin de cuentas, ¿alguien recuerda que se hablara de algo más allá de nuestras cada vez más porosas fronteras en el debate a cuatro de hace unos días?
En el otro lado del espectro, José Luis Rodríguez Zapatero, en su mitin de Valladolid, no desmintió las confesiones que hizo Pablo Iglesias sobre el asesoramiento que recibe del ex presidente de gobierno, «el mejor de la democracia». Gané varias apuestas.
Se limitó a decir que esos elogios de Iglesias eran en realidad para el partido socialista.
Tengo información al respecto. Y gané mis apuestas con información privilegiada. Zapatero ha cruzado un montón de mensajes con Pablo Iglesias en los últimos años. Cariñosos mensajes solo equiparables en la perplejidad que producen a los de Mariano Rajoy con Luis Bárcenas.
En otros tiempos hubiera sido traición. Y por muy duro que fuera, hubieran incoado expediente de expulsión a un militante socialista que tan activamente ha trabajado para quien quiere destruir el partido.
Hay más. Los negocios de asesoramiento que ha realizado y realiza Zapatero en Venezuela, con el gobierno, naturalmente, y en Guinea.
Conozco bien al ex presidente. Lleva la conspiración y la traición en el ADN. Tiene terminales deportivos, en la construcción, que en este caso es lo mismo, mediáticos y con el régimen de Maduro. Y además ha asesorado, animado y estimulado el crecimiento de Podemos.
Estamos en una encrucijada electoral histórica. Entre un campo de alcachofas y un socialismo en donde conspiran contra él hasta un exsecretario general y expresidente de Gobierno. Si además de conocer el resultado la noche del 26-J, los británicos se salen de la UE, a lo mejor recuperamos Gibraltar. Es lo único que podemos sacar en limpio.