Del desvarío al autogolpe
Para Quim Torra, la excepcionalidad que a su juicio vive la nonata república lo justifica todo
A veces, para entender el desvarío por el que camina la política catalana, conviene trasladar a otros escenarios más ‘normales’ los detalles que va destilando el día a día del llamado ‘procés’ y que ahora ya no tiene nombre.
¿Alguien puede imaginarse que por desavenencias entre el PSOE y Podemos, por ejemplo, pudiera cerrarse el Congreso de los Diputados sine die, hasta que apareciera por arte de birlibirloque la entente?
Pdecat y ERC cierran el Parlament de Catalunya cuando les conviene
Probablemente los titulares más piadosos hablarían, como poco, del secuestro de la voluntad popular, de golpe de estado más o menos encubierto o calificativos similares.
Pues eso viene ocurriendo en el Parlament de Catalunya, la institución que teóricamente representa la soberanía popular, y que, en función de los intereses del Pdecat y ERC, viene abriendo o cerrando sus puertas según convenga.
Y es que el relato independentista no contempla la derrota. En el imaginario de ese camino a Ítaca que el pueblo recorre unido no cabe el desfallecimiento ni la división. Las dudas, las opiniones divergentes… sólo se conciben en terreno enemigo. Así se garantiza y mantiene la pureza de los elegidos.
Quim Torra pretende silenciar el Parlament cuando las votaciones no le convienen
Pero… ¿en nombre de qué lógica se puede afirmar, como ha hecho Quim Torra, que él se debe sólo a lo que decida el Parlament de Catalunya y a la vez silenciarlo cuando las votaciones no van a ir en la dirección “adecuada”? De ninguna, sólo en nombre del más puro o torpe cinismo.
El fin justifica los medios en Cataluña
Sin embargo, así están las cosas. En vez del 155, la intervención de Cataluña está siendo ejecutada por aquellos que, por mor de una exigua mayoría, han privatizado a su favor las instituciones (Parlament, medios públicos de comunicación…), expulsando de ellas cualquier atisbo de disidencia.
La excepcionalidad que a su juicio vive la nonata república lo justifica todo y en su nombre cabe todo tipo de instrumentalización. Sobre todo, de la verdad.
El fin justifica los medios, gritan en privado, incluso aquellos medios que en la práctica acaban subvirtiendo e invalidando las supuestas virtudes del bien supremo que se persigue.