Dejen de esconder las ayudas a la banca española, please
El Gobierno ha retocado el sistema financiero otra vez, y van… Ha dado, por decirlo diáfano, un nuevo capotazo a la banca. Se le permitía contar como capital pata negra el dinero que se ahorraban las entidades en impuestos si declaraban pérdidas, por ejemplo, en los fondos de pensiones o por las dotaciones. Pero el año que viene, con la nueva norma contable internacional –conocida como Basilea III— ya no servía.
Bancos y cajas estaban obligadas a buscar alternativas para engrosar el colchón en el que dormir si venían mal dadas. ¿Qué ha hecho el ministro De Guindos? Darle un retoque al impuesto de sociedades. ¿En qué sentido? Al adaptar la normativa europea a nuestra legislación, las entidades españolas puedan continuar contando con estos recursos.
Es una decisión discutible. Lo más preocupante es lo que delata. En el impuesto de sociedades, las pérdidas se pueden compensar con próximos beneficios. No está claro, por tanto, cómo y cuándo la banca española normalizará sus ganancias. Ni si la cuantía servirá para digerir años de prácticas dudosas.
Además, después de la quiebra de Lehman Brothers, la comunidad internacional exige, con afinado criterio, que el capital principal –similar a los cimientos de un edificio– sea de hormigón resistente. El dinero que se guardaba en las paredes maestras hasta la fecha no tenía la capacidad de soportar ninguna complicación seria, como se infiere de la medida. De Guindos ha perpetuado la práctica.
Si la banca española mantiene aún un problema de vulnerabilidad habría que abordarlo seriamente. Si requiere dinero público, es mejor inyectarlo. Meterlo en vena. Lo han hecho países como Holanda, Reino Unido, Bélgica y Estados Unidos con resultados incuestionables. Se reestructuró y ordenó el capital de una forma ortodoxa pero definitiva. En esos países, además, el coste para el contribuyente fue meridianamente claro.
Los artificios contables (en síntesis: los pagos a Hacienda se van a diferir por el resto de los días) son –aunque Bruselas lo permita– una ayuda de Estado. Y eso, probablemente, impactará en las arcas públicas. Otra más, quizá razonable, pero encubierta.