Definir un tercer espacio
Las urgentes reformas que necesita España para su progreso necesitan de políticos que sean capaces de pactar y actuar en clave no electoralista, definiendo así un tercer espacio de moderación
La situación política en España está marcada por un irrefrenable impulso a frenar todas las vías moderadas que proponen posicionarse en el centro político para evitar que se pueda constituir un tercer espacio de la mano de políticos de izquierda o derecha dispuestos a superar la diferencia entre ideologías partidistas.
La desaparición de opciones de centro, como fue en sus inicios Ciudadanos a nivel español, supone la vuelta a un bipartidismo de bloques que impide generar un tercer espacio donde PSOE y PP puedan alcanzar acuerdos. Ello hace imposible impulsar la agenda de reformas que necesita el país.
La renovación el Consejo General del Poder Judicial, la reforma educativa, la limitación de los precios del alquiler, la crisis migratoria con Marruecos, la mesa de diálogo entre el gobierno de la Generalitat y el Gobierno español, el impulso a favor de la ciencia o las políticas de recuperación económica con los fondos Next Generation son algunos de los retos que necesitan la creación de un tercer espacio político para alcanzar acuerdos para afrontarlos.
Nos encontramos ante una situación de bloqueos constantes que miran más el horizonte electoral que el horizonte de la recuperación económica y anímica del país. Los frentes políticos y sociales que se deben afrontar precisan definir un tercer espacio de deliberación política capaz de fijar objetivos políticos imprescindibles para poder gobernar, lo haga el PSOE o el PP.
Hoy, la complejidad de la gestión política queda perfectamente definida en el film Merkel, basado en el best seller de Robin Alexandre, Angela Merkel, la física del poder, cuando explica cómo la cancillera alemana tuvo que enfrentarse a la crisis de refugiados en el año 2015. El film narra los intrincados caminos que debe afrontar Angela Merkel para imponer su visión de fronteras abiertas en una Europa que reclamaba cerrar las puertas al alud de refugiados de la guerra en Siria.
La forma en que la cancillera alemana acaba imponiendo su visión para solucionar el problema se basa en el mantener sus convicciones y en ser capaz de crear un tercer espacio entre colaboradores y opositores totalmente al margen de la lucha entre partidos. Su éxito es fruto del rigor y el buen criterio de enfocar los grandes problemas que se deben afrontar evitando la tentación de ahondar en el conflicto o de sacar rédito político para encarar unas nuevas elecciones.
Merkel no tenía a los políticos a su lado pero sí una gran parte del país que no estaba dispuesto a tirar por la borda su compromiso con la democracia y la solidaridad que les aleja de las sombras del pasado nazismo. El ejemplo de Merkel debe servir para considerar que esta vez España debería afrontar sus mayores retos con capacidad de unidad entre partidos, ya que difícilmente se podrá realizar desde la habitual óptica partidista.