Defender la propiedad privada
En cuanto la propiedad reclama lo que es suyo, las cosas cambian y la violencia se desata
Las campañas electorales siempre son un misterio. Puedes diseñarlas con mesura y organización y a dos semanas de su inicio aparece un tema polémico que acapara el interés. Es entonces cuando los directores de campaña tienen que sacar sus chisteras mágicas e inventarse una estrategia supeditada más a la intuición que a los trabajos demoscópicos que la formación política ha trabajado.
Es lo que está ocurriendo en Barcelona con la ocupación de dos edificios en el barrio de la Bonanova, zona de familias bien establecidas y de colegios, y de votantes muy alejados a Ada Colau. Se tratan de dos edificios conocidos por el movimiento okupa como La Ruïna y el Kubo, cuyo propietario actual es la Sareb, y que ya instó al desalojo el pasado mes de marzo por un problema de seguridad del edificio. El problema entonces es que la orden del juez solo se refería a uno de los dos bloques y los mossos desestimaron la acción, ya que consideraron que debía hacerse a la vez.
No se trata de una okupación actual, sino de hace bastantes años
Si profundizamos en la noticia, lo primero que llama la atención es que no se trata de una okupación actual, sino de hace bastantes años. Que los edificios pertenecieron a una empresa inmobiliaria en quiebra que acabaron en manos de la Sareb, que como saben es del Estado. Y lo más interesante, que una vez desocupadas las fincas serán zona verde. Zona ajardinada.
Todo ello evidencia que la polémica en la desokupación de las fincas forma parte de la torpeza de cómo seguir un tema y del oportunismo habilidoso de la empresa Desokupa que ha utilizado el follón informativo y ciudadano para hacer una excelente campaña de comunicación, con muchos minutos televisivos.
Algunas formaciones políticas que, según las encuestas, sufrirán en las próximas elecciones municipales decidieron volcarse de forma activa, tanto que ha sido habitual ver a las candidatas de Ciutadans, Anna Grau, y a la de Valents, Eva Parera, haciendo campaña por los alrededores de estos dos edificios. Fundamentalmente, para dar su apoyo a los vecinos que ya llevan muchos años hartos de esta ocupación.
¿Es qué molestan?, se preguntarán algunos. Los okupas no molestan nunca, de entrada. Es una de sus formas de actuar. Solo existe un problema. En cuanto la propiedad reclama lo que es suyo, las cosas cambian y la violencia se desata. La realidad de las okupaciones tienen varias características que las convierten en complicadas para el barrio donde actúan: el edificio se deteriora, las fiestas que acostumbran a organizar son imposibles para la honrosa manía de descansar por las noches y el conflicto está asegurado. Pero excepto todo eso, tranquilidad.
Error a la hora de plantear una estrategia electoral
La polémica de los últimos días ha facilitado que los movimientos de izquierdas más radicales mezclaran a los partidos que se han manifestado contrarios a este tipo de okupaciones como de extrema derecha, en relación con las posiciones de la empresa Desokupa. Error a la hora de plantear una estrategia electoral.
Lo cierto es que Valents, tanto como Ciutadans, también el PP, igual que el PSC, aunque se ha mantenido alejado del conflicto, están a favor de la propiedad y esa es la profunda cuestión para reivindicar, además de los errores que evidencia la ley que debería echar a los individuos que ocupan un piso o edificio y que son los motivadores de empresas tan sospechosas en su forma de actuar como Desokupa.
Los directores de campaña de esos partidos en Barcelona no han estado acertados. Han mezclado conceptos que nada tienen que ver. En la campaña de publicidad de esta empresa cayeron de bruces. En un país de propietarios se entienden situaciones de defensa del propio, pero no acciones violentas para recuperar un edificio que, al final, acabará como una zona ajardinada. Son matices.