De Seattle venimos, a Seattle volvemos

¿Qué queda hoy de la batalla de Seattle? Los vidrios rotos y la certeza de que si otro mundo es posible, está en Seattle

En 1999 –entre el 30 de noviembre y el 3 de diciembre- , en la ciudad de Seattle, en el Estado de Washington, muy cerca de la frontera con Canadá, miles de personas –altermundialistas, sindicalistas, ecologistas, feministas, anarquistas, pacifistas, campesinos, intelectuales, agitadores de índole diversa– se manifestaron contra la cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que debía firmar un tratado de libre comercio.

Seattle 1999

El objetivo de los manifestantes: protestar contra el neoliberalismo y la globalización capitalista como responsables de la desigualdad económica y social. Vale decir que no era solo una protesta, sino la deslegitimación total de lo que denominamos el Sistema.

Los manifestantes contrarios a la globalización lograron su objetivo inmediato: bloquearon el centro de la ciudad, los delegados la OMC no pudieron salir de los hoteles, los manifestantes rodearon el centro de convenciones donde debía celebrarse la cumbre económica que, finalmente, se suspendió.

La denominada “batalla de Seattle” –un motín que obligó a declarar el estado de excepción– duró cinco días. Consignas: “estamos ganando”, “quemen a los ricos”, “retomemos las calles”, “el grito de los excluidos”, “la vía campesina”, “jubileo 2000”. Y “otro mundo es posible”.

Afirman los amotinados que “en ese acto de resistencia [los manifestantes] demostraron a las y los explotados y oprimidos del mundo que también se puede ganar”. Y, según dice el movimiento antiglobalización, en Seattle empezó “la revuelta global contra el neoliberalismo”. Concluyen: “De Seattle venimos, a Seattle volvemos”. Pues eso, volvamos a Seattle.

Seattle 2021

Hoy –dos décadas después de la batalla altermundialista– , en la ciudad de Seattle, nos encontramos con una importante cantidad de sedes o subsedes de importantes compañías multinacionales entre las cuales cabe destacar Amazon, Boeing, Microsoft, Nintendo, T-Mobile, Corixa, Immunex, Amgen, ZymoGenetics, Paccar, Nordstrom, Starbucks, Paccar o Weyerhaeuser.

Varios aviones Boeing en Seattle. EFE

Unas multinacionales de amplio espectro –venta on line, aeronáutica, informática, telefonía móvil, biotecnología, hostelería, comercio de alto standing, automovilismo o industria maderera– que brindan tecnología de última generación, infraestructuras, arquitectura, ingeniería –el primer tren sobre un puente flotante– y ocupación.

En Seattle, las multinacionales globalizadas contra quienes clamaban ruidosamente los antiglobalizadores en 1999 han generado riqueza para todos o para un amplio segmento de la población. Vayamos a los hechos.

El círculo virtuoso del capitalismo

En 2018, el PIB de la región de Seattle era de 364.163.878 dólares. En 2019, el PIB alcanzó los 382.630.156 dólares. Un aumento solo comparable al crecimiento de Nueva York-New Jersey y la región de Los Ángeles, que la sitúa en el número diez del ranking económico regional de Estados Unidos (Impulsado por un sector tecnológico en auge, Seattle supera a Atlanta para reclamar la décima economía regional más grande, EzAnime.net, 15/1/2021).

Un par de datos, extraídos del Greater Seattle Partners, que brinda EzAnime.net: aumenta la inversión de capital riesgo hacia empresas de software, atención médica y ciencias de la vida; por cada trabajador que deja su lugar en el sector tecnológico, se crean 2,2 empleos nuevos.

Salarios: ya en 2014, el ayuntamiento de Seattle aprueba una subida del salario mínimo hasta los 15 dólares por hora. El salario más elevado de Estados Unidos que duplica la media federal que es de 7,25 dólares por hora (La gran batalla por el salario mínimo en EE.UU /BBC Mundo, Los Ángeles, 13/6/2014).

A lo dicho, conviene añadir –el circulo virtuoso del capitalismo– que el aumento del salario mínimo reforzó el crecimiento y la recuperación económica al tiempo que disminuyeron las desigualdades sociales. También, se abrieron nuevos negocios y se redujo el horario laboral de los trabajadores sin disminuir el cómputo total de ingresos por trabajador (Barry Ritholtz, What Minimum-Wage Foes Got Wrong About Seattle, Bloomberg, 24/10/2018).

Sigue el círculo virtuoso del capitalismo en el Seattle globalizado: el aumento salarial -93.500 dólares de renta per cápita en 2015– propició el acceso a la vivienda vía el Homestead Community Land Trust –una suerte de fideicomiso comunitario de terrenos– que ofreció techo económico (Lauren Lindstrom, El programa de Seattle hace que las viviendas sean económicas en un mercado costoso. ¿Es un mercado para Charlotte?. La Noticia, 10/2/2020).

¿Qué queda hoy de la batalla de Seattle? Los vidrios rotos y la certeza de que si otro mundo es posible, está en éste.