¿De qué servirán las elecciones?
Las elecciones pueden servir de poco si los resultados no permiten ningún acuerdo, pero convocarlas ha servido para desactivar el procés
Estamos llegando a unos extremos de mucha complejidad. Y más se complicará con el paso de los días. Esta campaña electoral será diferente a todas las conocidas. Por una parte figuran los partidos constitucionalistas que continuarán con su discurso. Este se basará en cosas conocidas y en acciones aplicadas. Luego está la parte independentista o favorable al procés. Aquí tenemos a Junts per Catalunya y a ERC. Ambos han dejado de ser partidarios de la DUI.
Ahora no existe. La Declaración Unilateral de Independencia no ha existido nunca. Fue una cosa de un pasado. Ya no es moda hablar de ella. Nunca estuvieron a favor de aplicarla. La votaron por la presión de la calle. Era un mero trámite sin consecuencias. Papel mojado… y toda una pléyade de frases para desmontar algo que un día revolucionó a la sociedad catalana, la hizo salir a la calle, pero que era un holograma. Y, como todo acto inexistente se está evaporando.
Es lamentable que estemos viviendo situaciones como las actuales. Se ha engañado a mucha gente. Se les hizo creer una mentira. Y lo peor es que muchos de los protagonistas de la gran mentira no sabían que todo aquello tenía repercusiones judiciales. Es más, algunos están aturdidos por haber acabado en la cárcel. Se friegan los ojos y siguen perplejos.
Pese a la oportunidad, el constitucionalismo no parece partidario de constituir un bloque para reestructurar la vida política
Lo cierto es que todo cambiará en breve. No sólo electoralmente, sino en la vertiente política. Todos los ex consellers forman parte de las listas electorales. Si ocurre lo previsto, gran parte del elenco independentista desaparecerá de la política catalana y vendrán nuevas caras. Una de ellas ya empieza a destacar y no en positivo. Si Junqueras sólo tiene de ‘esquerra’ el nombre del partido que preside –porque ideológicamente está bastante a la derecha- su sustituta Marta Rovira es el prototipo del independentista de “soca-rel”. Dicho de otra manera, aquel ferviente seguidor de unas ideas que le llevarán al suicidio, pero no les importa porque por encima está la ideología. Forma parte de aquella vieja élite caduca que acusaba a Companys de ser poco independentista.
Y es que Rovira es eso. Teniendo en cuenta la situación vivida en Cataluña en los últimos tiempos, quizás no sea la mejor futura candidata. Y es que su futuro también está colgando de un hilo. Si recordamos, fue la impulsora de lo ocurrido el 6 y 7 de octubre, estuvo a punto de dimitir cuando Puigdemont no declaró la DUI, firmó la famosa declaración y cambió el slogan por la de España nos mata. Ante esta perspectiva es complicado verla como presidenta de la Generalitat de Catalunya.
Los otros candidatos no lo tienen mucho mejor. Junts per Catalunya tiene graves problemas internos, de financiación y de liderazgo. Sería una locura volverles a dar la presidencia. Así las cosas, tenemos a: Iceta, Arrimadas y Albiol. El constitucionalismo que iba unido a las manifestaciones, se presenta no muy partidario de hacer un bloque para reestructurar la vida social y política catalana.
El 155 ha servido para estabilizar lo inestabilizado, y derivar la situación hacia unas elecciones autonómicas
El post 21-D se presenta muy complicado. Si bien por ahí están los Comunes y las CUP, tiene que haber pactos que ofrezcan estabilidad. Y esta quizás no sea del todo posible por razones de egos. La verdad es que a uno le cuesta ver una coalición formada por PSC-PPC-Cs. Tampoco una con ERC-JxCat-CUP. Ni otra por ERC-CUP-Comuns. Y así podríamos hacer diferentes quinielas. Todas, al final, nos llevarán a una misma conclusión: las negociaciones que se abran a partir del 22-D serán muy complicadas y poco fructíferas.
¿Estamos abocados a unas nuevas elecciones? Hay muchas posibilidades de que esto ocurra siempre y cuando egos y posicionamientos se mantengan como hasta ahora. ¿De qué servirán las elecciones? Convocarlas ha servido para desactivar el procés. Ha servido para calmar el estado de histeria con el que se estaba viviendo. El 155 ha servido para estabilizar lo inestabilizado. Ahora bien, las cosas deben asentarse, se debe recapacitar y tomar posicionamientos ideológicos y políticos no planteados hasta el momento presente. Por lo tanto, de no cambiar mucho las cosas las elecciones servirán de poco y han servido de mucho las circunstancias que envuelven haberlas convocado.