Anda la muchachada revolucionada con los pactos que se están cociendo en comunidades autónomas y ayuntamientos. Y, sobre todo, cuando el posible acuerdo reúne al Partido Popular con el demonio, o sea Vox. Los analistas de La plaza entienden el sofoco de una parte de la ciudadanía, cada vez más necesitada de emociones fuertes y banderas con las que consolarse. Pero haríamos bien en mirar el contenido de los pactos más que el nombre de los firmantes.
Por ejemplo, defienden, pactar con ERC no es malo a priori, hacerlo con la reforma del delito de sedición como contrapartida sí es una barbaridad.
