De Obama al gas pizarra europeo

En su día Bruselas dijo que la desmembración yugoslava solo concernía a Europa, como si fuese su oportunidad de hacer política exterior, pero pronto los Estados Unidos tuvieron que intervenir. Ahora es Washington quien dice que la crisis de Crimea es cosa de Europa.

En fin, Obama lo lamenta pero hace saber que no hará uso de la fuerza para que Rusia se vaya de Crimea. Y las sanciones económicas a menudo son lo que el viento se llevó. Y el gas que consumen los países europeos procede de Rusia en un 30%.

Ya no es el primer Obama, cuya elocuencia sedujo a Europa. Ahora dice que Rusia es un poder regional que amenaza a sus inmediatos vecinos, pero no por su fuerza sino por debilidad. Es decir, Rusia se queda en Crimea.

Mientras tanto la Unión Europea sigue careciendo de fuerza geopolítica y los Estados Unidos siguen decantándose hacia Asia. Es lo que va del Obama de hoy al de anteayer. Su segundo mandato carece de ímpetu y de adhesión europea.

Al salir de una ardua crisis económica, lo que menos necesitaba Europa era una fricción intensa con Rusia. Ni estaba previsto que, en la post- guerra fría, Rusia tuviese un Putin reclamando de la gran Rusia. Ni que Obama necesitase a Putin en el drama de Siria.

 
Crimea revela dos otras crisis europeas: la de seguridad y la energética

Con notable impacto emocional en la opinión rusa, Putin sigue diciendo que al final de la guerra fría la OTAN se aprovechó de las debilidades de la Rusia para mover piezas que no le correspondían.

Todo coincide con una patente desmilitarización de Europa mientras Rusia incrementa sus presupuestos de defensa. La crisis de Ucrania puede haber abierto una grieta en la fachada de la OTAN. La consecuencia sería una distanciación entre los Estados Unidos y la Unión Europea en política de seguridad.

No tiene mucho sentido equiparar la ocupación de Crimea con el origen y circunstancias de las dos guerras mundiales. El mundo ha cambiado mucho desde entonces y ya no hay repartos imperiales, alianzas sagradas ni totalitarismos expansivos.

Lo que hay es que Europa necesita del fluido de los gaseoductos rusos. Construir gaseoductos que orillasen el dominio de Moscú sería tarea de largo tiempo. El gas ruso es el hipertexto de estos días, lo que no se dice, el innombrable.

Según The Financial Times, la idea de que Europa se beneficie del gas pizarra norteamericano, de ser una idea práctica, implica demasiado tiempo para ser sustituto a tiempo, en el caso de un cerrojazo por parte de Putin.

Además, la operación saldría carísima. Una probable solución, aunque probablemente mal vista por la opinión pública, sería –dice The Financial Times explotar los recursos de gas pizarra que existen en Europa, del todo inexplorados. Tal exploración requeriría de cambios legislativos drásticos.

Después de las incertidumbres de la crisis económica, Crimea revela dos otras crisis europeas: la de seguridad y la energética. En ambos casos, la inteligencia de una política común todavía tendría el máximo sentido