De la tentación autoritaria de Podemos a la insoportable levedad de Sánchez
El ferry cruza como una exhalación el Río de la Plata. Hay viento fuerte y el barco bambolea mientras enfila hacia el puerto de Montevideo. Es una vieja querencia; en cuanto llego a Buenos Aires tengo que dirigirme al museo de Joaquín Torres García en la capital de Uruguay.
Torres García era un uruguayo y catalán sin complejos. El constructivismo fue el estadio del arte hacia donde dirigió sus pasos durante su vida en Cataluña, en Francia, en Nueva York y en Uruguay. Visitar el pequeño museo de su obra es como acudir al cementerio de su memoria a rendir tributo, sobre todo, a su falta de complejos.
Cenamos con viejos amigos que también son uruguayos y españoles. Al menos uno es periodista; brillante, serio, comprometido e inteligente. Antonio Ladra sabe, al menos tanto como yo sobre la situación española. No se si es mucho.
Reflexionamos: el show del Congreso en nuestra consideración es una consecuencia de la doctrina implantada por Antonio García Ferreras. Un periodista astuto que nunca ha sido capaz de ser observador. Siempre fue protagonista. Con José Luis Rodríguez Zapatero, con Florentino Pérez y el Real Madrid y ahora con Podemos. Ferreras siempre apadrina a alguien sin que pueda asegurarse que estos le apadrinan a él. Buenos, Florentino le contrató; eso es seguro.
Forjó a Pablo Iglesias en los platós de la Sexta y le asesora en la utilización de los mecanismos del show como arma de acción política. Y el resultado es siempre la consecución de la portada. El resto, la provocación, es instrumento antiguo para conseguir atención mediante las molestias causadas a terceros.
Recuerdo que yo decidí dejarme barba y pelo largo para molestar a mis padres. Era todo un atrevimiento en aquellos tiempos. Lo conseguí en una dialéctica interminable entre la barbería y el castigo. Me hizo crecer. Ahora ya no necesito ese tipo de postureo aunque estoy considerando volver a la provocación. De momento me conformo con utilizar pajarita en vez de corbata. Con la edad me he vuelto modesto. Hace unos días me llamaron «gilipollas» en una calle de Madrid por utilizar este complemento en vez de corbata. Me sentí halagado.
La provocación se agota cuando deja de ser novedad y se constituye en costumbre. El niño de Carolina Bescansa crecerá al punto de poder defender su derecho a la intimidad y poco a poco las gentes de Podemos se agotarán de dar la nota. Siempre y cuando Celia Villalobos no siga diciendo tonterías.
Lo preocupante es la tentación autoritaria. Ellos, los líderes de Podemos, agotan reclamando el monopolio de la decencia y de la legitimidad. Los demás somos el bunker; lo inadmisible. Mucho más que sospechosos.
Llegaron al Congreso como si antes de ellos no hubiera habido un solo diputado honorable. Tengo la esperanza de que estas actitudes sean por ignorancia. Sería terrible que se lo creyeran. Toda tentación autoritaria crece a partir de la convicción de que ellos son los únicos legitimados y que los demás no tienen verdadero derecho a la existencia política. Por ahí empezaron siempre las dictaduras.
Desde ese estadio, el desarrollo de su autoritarismo es cuestión de oportunidad. Si siendo la tercera fuerza parlamentaria quieren ningunear a todos, declarándolos indecentes, incluso a los que se encuentran por delante, ¿se imaginan si hubieran ganado las elecciones?
Ahora afloran con fuerza los convenios económicos de Pablo Iglesias con los gobiernos de Irán y Venezuela. Y también un vídeo demoledor en el que, hace un tiempo, Iglesias justificaba el dinero que recibía de esos países –y que al parecer olvidó comunicar a Hacienda– como el aprovechamiento de la oportunidad de una ayuda extranjera para erosionar las instituciones de su país.
Como Iglesias es lector, por lo menos, de contraportadas, cita en ese vídeo a Lenin cuando recibía ayuda de Alemania para debilitar el poder militar de la Rusia Zarista. ¿Por qué no ser como Lenin, se pregunta?
Les aconsejo que tengan la paciencia de observar este vídeo.
Estamos en tiempos donde el descontento desbordado dificulta los análisis rigurosos de quienes han asumido la representatividad del cabreo ciudadano. Para ellos, es la única prioridad, por encima de las soluciones.
A Iglesias se le perdonan los dineros no declarados, la financiación desde regímenes como el de Irán o Venezuela, la presencia de diputados machistas o maltratadores en sus filas; las bromas sobre el Holocausto judío y la insoportable condescendencia y soberbia que destilan todas sus declaraciones. Todo en nombre de la indignación lógica con los abusos cometidos por los partidos tradicionales. De momento tiene una bula de la Santa Cruzada con todas sus contradicciones.
No hay moda radical que no termine por resultar insoportable para quienes la jalean en un primer instante. Solo hay que tener paciencia y el coraje intelectual de dejar estos comportamientos en evidencia.
Sostengo desde hace tiempo que en España hay un vacío intelectual provocado por cobardía a manifestarse de forma diferente a la corriente que se establece en cada momento.
En época de hegemonía socialista aparecieron periodistas y escritores bajo ese paraguas y con esa bandera. No vieron mácula en Zapatero de quien renegaron cinco minutos después de que este sucumbiera. Durante esos años se beneficiaron económica y socialmente de las bondades de Zapatero. Obsérvenles ahora y miren para quienes trabajan en estos tiempos.
Pasará con los periodistas de cámara del PP y con los adoradores de Podemos cuando llegue el declive.
Ahora, si se critica a Podemos se le hace el juego a la derecha, de tal forma que se pasa a la categoría de casta solo por preguntarle cosas concretas al líder de Podemos que le incomodan.
Se me ha hecho largo el artículo y me quedan por decir unas cuantas cosas de Pedro Sánchez. Me tomo el atrevimiento de pedirle, desde estas líneas, al director de este diario que me permita continuar con el artículo mañana mismo. Si no le parece bien, como él es el director y goza de mi respeto y admiración, esperaré al próximo miércoles para concluir el análisis. Les informaré desde mi actual refugio a orillas del Río de la Plata. La distancia de mi patria de origen me conforta y me permite reflexionar con cautela.