El episodio de La plaza de hoy arranca recordando y analizando el lamentable comunicado de “los y las” jefes de prensa de determinados partidos políticos pidiendo a la Mesa del Congreso que metiera en cintura a los periodistas que les incomodaban con sus preguntas o la manera en que las hacían.
Sorprende esa voluntad casi victoriana de definir unas normas de actuación por parte de aquellos que no se han caracterizado precisamente por ser un ejemplo de buenos modales, como el caso precisamente de Gabriel Rufián, alguna de cuyas performances pueden encontrarse sin problemas en las hemerotecas. Como sorprende la actitud de Echenique repartiendo carnets de buenos a malos periodistas.
Pero, si hemos de ser sinceros, tristemente cada vez nos sorprenden menos cosas. Ya, ni siquiera, el último arrebato electoralista – de qué otra manera entenderlo- de Yolanda Díaz dejando, y perdonen la expresión, con el culo al aire a sus compañeros de Gobierno y a sus correligionarios que convocaron la desgraciadamente famosa manifestación del 8M del 2020.
Hay un espacio, por supuesto, en un podcast como La plaza para hablar de las amenazas económicas que anuncia la irrupción de Ómicron -no se pierdan la portada y el reportaje de la revista Inversión- y para poner sobre la mesa las aparentes incongruencias de la revolución que ha vivido esta semana Inditex y que ha acabado elevando a Marta Ortega a la presidencia.