De empresarios, encuestas y dudas injustificadas

Anda el empresariado catalán como pollo sin cabeza. Agobiado por la encrucijada histórica que le ha tocado vivir y en la que se siente protagonista, a veces muy a su pesar, a veces contento. Y Mas lo sabe y de qué manera. Conoce perfectamente el presidente de la Generalitat que la batalla por “más estructuras de Estado”, o algo así, se va a jugar sobre todo en este terreno.

Por eso el líder de CiU ha multiplicado sus encuentros con los empresarios y éstos a su vez le buscan para intentar algo de luz sobre cuál es exactamente el objetivo final y cuál la ruta, cuál el plan A y cuál el B, si lo hay. Una noche cena Mas con presidentes de las grandes compañías del país: Andik, de Mango; los Carulla…; otra con algún que otro destacado directivo de empresas del Ibex 35; u otra se da un baño de masas como este último viernes en la Cecot.

A cada una de estas citas acude el presidente del ejecutivo autonómico con uno o dos argumentos nuevos con los que justifica su salto hacia adelante. Son generalmente argumentos casuísticos a partir de los que Mas llega a la conclusión de que no hay más camino ya que ir a una reclamación soberanista, que normalmente sería la independencia aunque él huye de esta palabra como dicen que huye un gato escaldado hasta del agua fría.

Las respuestas son, lógicamente, variopintas. Los patrones de las grandes compañías han empezado a mostrarle sus recelos de manera directa. Lo hizo Lara, que fue quién disparó primero, y lo ha hecho por ejemplo Josep Maria Serra, presidente ejecutivo de la cotizada Catalana Occidente, que recordó a Mas que apenas el 20% de su negocio estaba en Catalunya, que otro 20% era internacional y que el otro 60% estaba en el resto de España.

Con esos activos, Serra se sintió con autoridad suficiente como para recordarle al dirigente nacionalista que las incertidumbres son malas compañeras de viaje. Hay muchos patrones que de una manera más discreta ya le han hecho llegar a Mas un deseo parecido a este: “President, negociando y pactando hasta donde sea; fuera de eso nada está asegurado”. Un mensaje que también han empezado a hacer llegar a Rajoy, aunque traducido: “Presidente, hay que dar una salida a Mas y arreglar el sentimiento de agravio que vive Catalunya”.

Los dirigentes patronales de menor tamaño y peso no quieren perder comba. Cecot, Pimec, Aecoc… han echado mano de encuestas diversas, de credibilidad limitada, para dar fuelle a sus aspiraciones de hacerse oír, de ese tan catalán “president, al teu costat” y no quedar fuera de juego.

Según las dos primeras, por ejemplo, la mayoría de empresarios cree que ya no se puede seguir así y que la independencia podría ser un paraíso a descubrir; según Aecoc, la mayoría de los ejecutivos consultados por su asociación considera que el giro político del Govern puede tener consecuencias indeseables para los productos y empresas catalanas. Nunca como en estos momentos la investigación de mercados ha mostrado ser una ciencia tan flexible y abierta.

La nota positiva en medio de tanta confusión está sin embargo en unas palabras de Mas llamando a los buenos modales, al respeto a los que no piensan lo mismo y a la cordialidad. No son malas recomendaciones en estos momentos en los que los más hooligans tienden a reforzar su radicalidad para hacer más puntos que nadie. Lo dijo Mas y no podemos estar más de acuerdo: cuando se debaten cuestiones tan trascendentales como las que nos ocupan las formas son fundamentales.

La nota negativa a cargo también, sin embargo, del propio Mas al pedir a Rajoy que respete la voluntad del pueblo el 25-N. ¿Tiene algún precedente o sospecha de que no vaya a ser así? Si no lo tiene, no resulta muy honesto lanzar la sombra de esa duda. Por cierto, el 25-N Catalunya elige un parlamento. Nada más.