¿De dónde viene la innovación?
Los procesos de innovación lineal han evolucionado en dirección a los procesos de innovación abierta (open innovation) que integra varías fuentes en un proyecto.
Las sinergias derivadas de compartir los aprendizajes y el aprovechamiento de las herramientas que otras han creado, se complementan con la implicación de la innovación por parte de sus usuarios, que retroalimentan con su uso las ventajas derivadas de la nueva propuesta.
Partiendo de una idea original, la experiencia de la práctica innovadora, fomenta que se compartan los nuevos espacios, más allá de la idea principal en la que ha empezado la innovación. En este contexto, las sorpresas y ventajas de los cambios tecnológicos acortan los plazos y los costes hasta niveles totalmente desconocidos, que impulsan la innovación en terrenos muy aprovechables por todos los participantes.
La sostenibilidad de la innovación parte de esta idea: innovar hoy sólo es posible si se comparte. Algunos autores añaden otros elementos que dimensionea el alcance de la innovación a partir de sus atributos (como el ritmo, originalidad, propósito y discrecionalidad). También resaltan las posibilidades de desarrollo (facilitadores como la compatibilidad, adaptabilidad, la observabilidad…) y de evaluación porque se pueda medir con dinero y otras formas de valor para todos los participantes, las ventajas de los nuevos procesos y las relaciones.
La innovación no es la revolución, sino simplemente un cambio en las características del producto o servicio que mejoran o hacen mes fácil la vida de su usuario. De acuerdo con los datos de actividades, en 2012 –según el Instituto Nacional de Estadística (INE) en España–, el 1,21% de las personas ocupadas, 208.831 trabajadores, se dedicaban a actividades de I D i ..
El informe de la Unión Europea sobre el grado de innovación entre los países, sitúa a España entre aquellos que tienen una innovación moderada. Se encuentra en la posición 17 de los 28 miembros de la Unión, cinco posiciones por debajo de la media de todos los países. Aún así destacan por las fortalezas en el ámbito académico y en las publicaciones internacionales, mientras que la caída más grande se refiere a la inversión de capital en temas de emprendeduría ligada a la innovación.
La distancia entre las publicaciones realizadas en ámbitos científicos y el desarrollo real de la innovación en el territorio es enorme y los efectos económicos de la innovación son mucho más exiguos que en el resto de la Unión Europea. Las universidades y las empresas tienen mucho trabajo por hacer para que se pueda llevar a cabo el traspaso del esfuerzo innovador hecho por la parte académica, al mundo real de los negocios.
Vuelve a salir la necesidad colaborativa de innovar. En el sector de gran consumo, las marcas del fabricante y del distribuidor que innovan cuentan mucho con la colaboración. Por ejemplo, las 400 innovaciones que introdujo Mercadona de la mano de sus interproveedores durante 2013, cuentan con la participación y sugerencias de 9.000 clientes que han hecho indicaciones de mejora en los productos, las necesidades, los envases, los ingredientes, el diseño, las funcionalidades, etc.
El proceso de innovación es continuo y no para nunca. El mundo también. La orientación a la innovación exige entender la transformación de los negocios a la hora de mantener la operativa actual, buscando el valor futuro de su propuesta, leyendo el cambio con rigor y ambición.
El objetivo de Europa 2020 es que España aumente la asignación de fondos dirigidos a las pymes que hagan I D i para conseguir el objetivo del 3% del PIB (1% para el sector público y 2% para el sector privado). Estamos muy lejos de este dato y tendremos que ver el efecto del plan Acanza TIC que finaliza al 2015 y del programa Spain Startup Co-investment fund que, con 20 millones de euros, ayuda a mejorar el capital riesgo sobre inversiones de financiación inicial.
Innovación significa transferencia de los resultados de la búsqueda e investigación, al mundo real. Y la medida de esta transferencia es la que nos da una nota negativa respecto a nuestros vecinos europeos. La innovación que no tenemos viene de la carencia de la cultura de la colaboración y de la carencia de la ambición conjunta…. Nos queda mucho para hacer, pero ¡esa es la buena noticia!