David Fernández, el Kruschev catalán
Hay un diputado en el Parlament catalán que es un hooligan. Perdón, quería escribir descerebrado. Los hoolingans son personas que defienden sus colores con vehemencia, y el diputado catalán citado es un peldaño menos: si acaso un personajillo esperpéntico, más propio de la España de Valle Inclán que de la Catalunya que dice defender independiente y del siglo XXI.
Todo sucedió en la comparecencia en el Parlament de Rodrigo Rato, quien fuera vicepresidente del Gobierno español, director gerente del FMI y ex presidente de Bankia. Rato cometió muchos errores, que quizá son incluso punibles legalmente (y los juzgados darán o quitarán razones), pero que jamás perdió las formas. Su hipotético martillo de herejes, David Fernández, portavoz de la CUP, no sólo tiene pinta de hortera venido del campo, sino que actúa como tal. El lunes se sacó su sandalia (eso es ahora lo progre, la sandalia del pescador de adeptos…) amenazando a Rato en su visita a la Cámara catalana.
Si ese es el país que nos espera una vez triunfe la supuesta independencia, mejor que tomemos las de Villadiego y nos larguemos a cualquier estado europeo civilizado y formalmente pulido. Que Fernández utilizara su inmunidad parlamentaria para llamar “ganster” a Rato es casi anecdótico si se compara con el episodio de la sandalia. Quiso emular aquel secretario del Partido Comunista de la antigua URSS que en 1960, en plena asamblea de la ONU, amenazó al delegado de Filipinas. Nikita Kruschev era entonces el tipo del zapato esgrimido desde el atril. David Fernández es un aprendiz, una réplica barata de aquel episodio histórico. Una muestra más de cómo la radicalidad del soberanismo catalán ha derivado, sobre todo, en el exabrupto. Con tipos como el descrito, la mayoría no iríamos ni a coger billetes de 500 euros…