¿Cuanto peor, mejor?

La inveterada pulsión autodestructiva de algunas izquierdas se nos ha vuelto a hacer evidente en estas elecciones. A Unidos Podemos (UP) le ha podido mucho más su innegable ambición de lograr su tan ansiado sorpasso del PSOE, que al final no se ha dado en escaños ni en votos, que de haberse sumado tras el 20D a la investidura de Pedro Sánchez como presidente de un gobierno progresista y de cambio, que diera por terminada esta etapa de gobierno del PP presidida por Mariano Rajoy.

El 26J tiene un vencedor claro: el PP, y en concreto Mariano Rajoy. Pero tiene también un perdedor claro: UP, y en concreto Pablo Iglesias y Alberto Garzón. El PP ha ampliado sus apoyos en votos y en escaños, marcando una diferencia aún mayor con el PSOE. Pero UP se ha dejado por el camino más de un millón de votos y no solo ha quedado muy lejos de superar al PSOE sino que se ha mantenido tal cual estaba en número de escaños.

Más allá de la gran sorpresa resultante del rotundo e incontestable fracaso de todas las encuestas, sin excepción, los resultados del 26J nos dejan otras sorpresas no menos estimables:

  • La resistencia del voto del PP, que ha crecido no solo a nivel nacional sino también en Valencia, Madrid, Baleares, Galicia y Murcia, con reiterados y muy graves casos de corrupción política, e incluso en Cataluña, a pesar del escándalo de la conjura urdida por el ministro de Interior y el jefe de la Oficina Antifraude de la Generalitat, con o sin la participación de la llamada «policía patriótica». Con todo esto a cuestas, y con sus políticas reiteradas de grandes recortes en sanidad, educación, cultura, dependencia y otros servicios públicos esenciales, el PP no solo ha resistido sino que ha aumentado tanto en votos como en escaños.
  • El tan repetidamente anunciado sorpasso de UP al PSOE no se ha producido y Pedro Sánchez, a pesar de haber perdido otros cinco escaños en los peores resultados del PSOE, sale reforzado en su partido y, atención al dato, como incuestionable líder de la oposición de izquierdas.
  • La anunciada suma de UP como fruto de la coalición de Podemos con IU ha dado por resultado una resta, con la pérdida de más de un millón de votos.
  • La tan traída y llevada defunción del bipartidismo existente en España desde 1977 queda por ahora aparcada: PP y PSOE suman casi el 56% de los votos y más del 63% de los escaños del Congreso, mientras que UP y C’s suman solo el 34% de los votos y menos del 30% de los diputados,
  • Mientras el tancredismo de Mariano Rajoy le ha dado excelentes resultados, tanto el PSOE como C’s, los únicos partidos que se atrevieron a intentar un pacto de investidura después del 20D, suman ahora 13 escaños menos, uno menos de los 14 ganados por el PP.
  • La aritmética parlamentaria resultante del 26J es tan o más complicada y endiablada que la del 20D. Incluso con la suma, por ahora nada segura, de los votos de C’s, el PP, contaría solo con 169 votos, y si lograse sumar también a PNV y CC sumaría 175, uno menos de los 176 para alcanzar la mayoría absoluta.
  • Si el PSOE ratifica su negativa a permitir la continuidad del PP en el gobierno, sea cual sea su candidato a presidente y ni tan siquiera mediante su abstención, y ni UP ni ERC, CDC y EHBildu están tampoco por la labor, volvemos al mismo callejón sin salida que el 20D.

Por suerte parecen descartadas unas nuevas elecciones. No son estos tiempos para mayores incertidumbres, y menos aún después de todo lo que supone el triunfo inesperado del «brexit» y de las amenazas de nueva gran crisis económica y financiera global.

Llegados a este punto, por más que uno se estruje las meninges no halla otra posible salida, que aritméticamente sigue siendo posible aunque políticamente resulte de muy difícil o casi imposible aplicación. Se trata de la resurrección de la propuesta hecha después del 20D por Pedro Sánchez en el nombre del PSOE: la ampliación del «pacto del abrazo» entre PSOE y C’S a UP, que sumaría, en el difícil y casi imposible caso de que pudiera prosperar, una cómoda mayoría absoluta de 188 votos.

Claro está que para UP, como ya sucedió tras el 20D, parece que sigue siendo dogma de fe aquella frase tan absurda como estúpida que fue tan utilizada por todo tipo de grupúsculos de extrema izquierda: «cuanto peor, mejor».