¿Cuántas vidas costó el 8-M?
Resulta inconcebible que tras meses de durísimas restricciones existan políticos dispuestos a poner sus intereses electoralistas por encima de la salud y la vida de las personas
Algunos no han aprendido nada tras un año de pandemia que ha causado cerca de 100.000 muertos y una de las mayores crisis económicas del mundo desarrollado. La extrema izquierda, fiel a su sinrazón de ser, está dispuesta a poner en riesgo cientos de vidas con tal de poder celebrar su gran fiesta feminista del 8 de marzo.
Podemos y sus asociaciones afines insisten en la necesidad de salir a las calles para reivindicar un año más su particular ideología de género sin importar la amenaza real de nuevos contagios y sus potenciales víctimas. Y ello a pesar de que el propio Ministerio de Sanidad, en manos del PSOE, ya ha advertido de que, al menos en esta ocasión, “no ha lugar”.
Su mero planteamiento es un escándalo. Resulta inconcebible que tras meses de durísimas restricciones, llegando incluso a decretar un confinamiento casi total de la población entre marzo y abril, existan políticos dispuestos a poner sus intereses electoralistas por encima de la salud y la vida de las personas.
Además, no deja de sorprender que se celebren manifestaciones ideológicas mientras que millones de españoles no solo no pueden viajar libremente, sino que ni siquiera pueden salir a la calle a partir de las 11 de la noche por el toque de queda, al tiempo que tiendas, bares y restaurantes tienen sus horarios y aforos limitados e incluso se han visto obligados a cerrar en algunas regiones para evitar contagios.
Está prohibido quedar con familiares y amigos, pero se permite que decenas de miles de personas se reúnan para bailar y gritar en la vía pública al son del feminismo patrio. ¿Cómo es posible?
Y, sin embargo, lo es. No es nuevo. Ya sucedió en 2020 y sus consecuencias fueron devastadoras. ¿Cuántas vidas costó el 8-M al inicio de la pandemia? Su celebración causó una intensa y agria polémica, pero son muchos los que yerran el tiro a la hora de plantear esta cuestión.
¿Incompetencia o mero sectarismo?
La clave aquí no radica en saber cuántos contagios se produjeron como consecuencia de las manifestaciones acontecidas el 8 de marzo, sino hasta qué punto el Gobierno minimizó la gravedad de los riesgos asociados al coronavirus durante las semanas previas para que el 8-M pudiera tener lugar. Ésa y no otra es la cuestión central.
Cómo es posible que el Gobierno y sus altavoces mediáticos se burlaran y tildaran de alarmistas a quienes advertían de la que se venía encima desde finales de enero, sobre todo si se tiene en cuenta que Italia sufrió en febrero una situación dramática a nivel sanitario.
En España no se hizo nada a pesar de todas las evidencias y las señales de alarma y, casualidad o no, una vez celebrado el 8-M, el Gobierno empezó a tomar medidas. Ese retraso costó muchas muertes. Son varios los estudios que lo certifican.
Un informe de Fedea afirma que de haberse decretado el confinamiento el 7 de marzo, y no el 14, el número de infectados se habría reducido un 62% y, con él, el volumen de fallecidos, evitando así el colapso de los hospitales.
Y a una conclusión similar llega un reciente estudio de de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona, al señalar que si se hubiera adelantado el cierre una semana, el número de fallecidos en la primera ola habría sido de 5.000, en lugar de 28.000.
Los investigadores no se explican la razón de ese retraso, puesto que el Gobierno conocía los riesgos de antemano. ¿Incompetencia o mero sectarismo? Esa decisión merecería, sin duda, una investigación a fondo.